Si nos volcamos un momento a los evangelios, nos encontraremos que Jesús en toda su vida
pública realizo duras criticas a la organización política y religiosa del
pueblo judío del siglo primero, recordemos que Israel estaba gobernada por una
teocracia férrea dirigida por el Sumo Sacerdote y el Sanedrín, fueron estas duras criticas las que hicieron
que el poder religioso planease finalmente la muerte de Jesús en la cruz, si
Jesús no hubiese criticado tanto a las políticas desiguales de la época y no
hubiese opinado en la forma en que lo hizo, no hubiera sido juzgado y mucho
menos crucificado, pero no fue así, el
discurso de Cristo fue también político, el Sermón de la Montaña tiene un
contenido político-religioso tremendamente profundo y radical para la época.
Tras la declaración del cristianismo como
religión oficial del imperio romano, la religión y la política estuvieron entrelazados
entre si casi hasta mediados del siglo 20, inclusive naciones que a si mismas
se declaran autónomas de la religión, tienen en sus respectivas constituciones
fundamentos altamente religiosos.
Todas y cada una de las religiones tiene su
impacto directo a nivel político, inclusive en la actualidad siguen existiendo
naciones profundamente teocráticas. En el caso concreto del cristianismo es ineludible la posición política del
vaticano, ya que al estar la Santa Sede reconocida por el derecho internacional
se le otorga intrínsecamente su calidad política como Estado - Nación
En la historia política de la humanidad los
actores de cambio fueron altamente religiosos, Juan Pablo II, Mons. Romero,
Martín Luther King, Gandhi, etc., fueron
mártires religiosos a causa de sus ideales políticos alineados coherentemente
con su profesión de Fe. Ahora bien, en el caso concreto del cristianismo, los
que se dicen seguidores de Jesús tienen y deben actuar según su Fe, es decir,
anunciar el Reino de Dios, pero también denunciar las injusticias y abusos
cometidos hacia los más desposeídos, en esto consiste la responsabilidad de ser
profeta, aunque esto conlleve el desprecio de los políticos de turno o de los
movimientos sociales alineados al poder.
San Pablo lo resume todo de manera brillante: ¡ay de mí si no
anunciare el evangelio! (1era. Corintios 9:16).
Artículo publicado originalmente el día 16 de mayo de 2021 en el matutino El Diario
Marcelo Miranda Loayza