Censurar al que piense diferente por ende no es novedad, lo que si es novedoso es tratar de censurar al sentido común, para conseguir este propósito la consigna de censura a cambiado con el paso de los años, por lo cuál ahora ya no se censura, se “cancela”, lo peligroso de esta manera de censura es que ya no solamente se silencia al que piensa diferente, ahora también se lo descarta.
¿Donde radica el problema de la cancelación?, la respuesta no es simple, pues detrás de esta nueva forma de censura podemos encontrar numerosas vertientes, las cuales varían desde cierto tipo de "boicots" hacia determinados autores, artistas o programas de televisión, pero también nos encontramos con una especie de bombardeo mediático (en especial en las redes sociales) que tiene como fin la imposición de un pensamiento único, el cual no acepta ninguna tipo de contradicciones o dudas. El pensamiento único no concibe la diversidad, aunque en su retórica se presente a si mismo como baluarte de lo distinto, el pensamiento único no soporta a la libertad, aunque en su mensaje tienda a vanagloriarse de ser puntal de la libre expresión, para ser más claro la tendencia totalitaria de la cultura de la cancelación se basa íntegramente en una concepción relativista que cuestiona verdades fundamentales del ser humano, de la sociedad y de la Fe.
Para Kant la libertad es la capacidad de elección moral precisamente siendo capaz de imponer una norma por encima de las propias afecciones, inclinaciones o deseos, como vemos, para el filósofo prusiano la elección libre basada en preceptos éticos universales es la base de libertad, por ende y de manera definitiva la cultura de la cancelación no es sinónimo de libertad, más al contrario, es sinónimo de imposición, abuso y de manipulación.
¿Entonces se podría decir que se piensa con libertad?, se podría decir que si, pero este pensamiento se encuentra condicionado, amarrado y con miedo, por ende resulta fácil de direccionar y manipular hacia determinadas tendencias y objetivos, es de esta manera que se llega a controlar al ser humano, impidiendo que pueda pensar con libertad, cancelando el sano juicio y la objetividad.
Dentro de las consecuencias que surgen por el adormecimiento del pensamiento y de la cultura de la cancelación tenemos a la indiferencia, esta es la característica principal del “no pensar”, ya que al no ejercer la sana critica la sociedad se vuelve indiferente a las necesidades primordiales del prójimo y solo se termina fijando en una realidad aparente, la cual es construida a la carta, para llenar de espejismos a la conciencia colectiva, por ende la cultura de la cancelación es altamente individualista y egoísta.
Pese a todo ello no podrán "cancelar" jamás a la libertad y a Dios, ya que la verdad siempre sale a la luz, “pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz” (Lc. 8:17)
Marce Miranda Loayza