LA SOPA DE MI ABUELITA

A quien le gusta la sopa de niño o adolescente?, pues a muy pocos, por lo general la sola mención de sopa en el almuerzo genera un  rechazo cuasi inmediato. Yo no era ajeno a esta realidad, definitivamente odiaba la sopa, la veía como una especie de trámite desagradable el cual había que pasar para llegar a la exquisita experiencia del "segundo".

Mi abuelita acostumbraba a cocinar casi siempre sopa y segundo, por ende no podía safar de la sopa, era mi pesadilla de todos los días, pesadilla que con el paso del tiempo se fue convirtiendo poco a poco en un gusto adquirido, a tal grado que la esperaba con mayor ansia que al tal mentado segundo. Qué fue lo que paso, pues simplemente no se, el gusto por ella vino con la juventud y es que al ver la carita de satisfacción que ponía mi abuelita al tomar un buen plato de sopita  me llenaba de ternura y por ende de ganas de tomarla junto  a ella, así nació mi  gusto incondicional por el mencionado platillo.

El tiempo fue pasando y mi abuelita  día tras día fue envejeciendo, ya no podía cocinar nada, la sopa fue puesta al olvido, ya no sentía su aroma característico, la cuchara dejo de ser puesta en la mesa, el almuerzo así quedaba incompleto, con casi 100 años mi abuelita partió y con ella aquella sopa que despreciaba de niño y que amaba de joven. Nunca más sentí su aroma y su sabor, nunca más pude ver la carita gustosa de mi abuelita a la hora de saborear su sopita, los sabores se convirtieron en recuerdos y su carita en retratos y fotos.

Ya han pasado varios años desde que mi abuelita partio de esta vida,  nunca más podré  sentir el aroma y sabor de aquella sopa exquisita que ella preparaba con tanto amor y cariño. La vida cuando se es joven muchas veces se la malgasta entre quejas y berrinches absurdos, dando importancia a lo que en realidad no lo es.

Con mi esposita tenemos la costumbre de ir a almorzar los días sábados a la casa de su mami, y con gran sorpresa y agrado descubrí que el almuerzo sabatino constaba de sopa y segundo, si bien la sopa no es como la de mi abuelita se acerca muchísimo, tomarla super  caliente y con mucha llajua me lleva por unos instantes al pasado, cuando ya de joven esperaba con ancias la sopa de mi abuela.

Lo interesante de esta vida es que muchas veces las historias se repiten, solo cambian los actores circunstanciales, cada sábado veo con tristeza como mis sobrinos ven con desprecio la sopa de su abuelita, con el tiempo de seguro les encantará y sin darse cuenta  llegará el momento en que nunca más la podrán saborear.

Las cosas importantes quedan en la memoria y en el corazón, estas por lo general se te dan de manera gratuita, mientras que las cosas ostentosas y caras nunca trascienden en el tiempo y siempre terminan en el basurero.

Marce Miranda Loayza

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