Luego de la pasión
de JESÚS en la cruz, dos de sus
amigos (discípulos) iban caminando cabizbajos a un pueblo llamado Emaús, la Biblia señala a Cleofas
como uno de ellos, la identidad del otro es un misterio, aunque no pocos teólogos
se han atrevido a señalar que era el mismo Pedro el otro que se apartaba de
Jerusalén camino a Emaús.
Este pequeño pueblo
se encontraba a unos 12
kilómetros de Jerusalén, la experiencia de ver a su MAESTRO torturado y crucificado debió
haber sido verdaderamente traumática para todos los amigos y seguidores de JESÚS, el miedo, la duda, la pena y la
desesperación indefectiblemente debieron haber hecho presa de todos los que se
decían amigos de CRISTO, por ello la
idea de abandonar el epicentro de tan dolorosos hechos no resulta para nada
descabellado.
Todos en diferente
grado hemos pasado por momentos duros y tristes a lo largo de nuestras vidas,
donde la pena ,el dolor y la duda han inundado nuestro corazón, cegándonos de
ira y desesperanza, pero es justo en estos momentos donde CRISTO sale a nuestro encuentro, es EL quien nos busca una vez más
para explicarnos la grandeza de la voluntad de DIOS, para decirnos que por más dura que sea la prueba siempre hay
esperanza, todos hemos pasado por los caminos de Emaús de alguna u otra manera
y al igual que los dos del relato bíblico no hemos podido reconocer a JESÚS en un principio, mucho más en
este siglo 21, donde la inmediatez y el egocentrismo hacen presa fácil del
corazón humano, cada vez más deshumanizado y egoísta, no reconocemos al prójimo ni al amor y por ende
mucho menos a DIOS, pero a pesar de
esto SU HIJO sigue empeñado en
explicarnos los designios de SU PADRE.
Somos insensatos y
lentos de corazón tal como lo señala El Evangelio, no entendemos no solo las
escrituras sagradas, tampoco entendemos las maravillas que DIOS pone en el día
a día en nuestras vidas, nos cuesta concatenar todas sus maravillas, decaemos
en las pruebas y nos vanagloriamos en los triunfos.
Si bien es cierto
que desfallecemos y perdemos muchas veces la esperanza debemos seguir el
ejemplo de aquellos dos de Emaús que cuando ese desconocido que les movía el
corazón con sus palabras y explicaciones hizo el ademán de seguir su camino le
dijeron de manera INSISTENTE, “quédate con nosotros, porque atardece y el
día ya ha declinado”(Lc. 24, 29-30), si seguimos la línea de los
evangelios veremos que inmediatamente después de esta petición JESÚS se sienta
con ellos, BENDICE la mesa y PARTE EL PAN y se los reparte, la ecuación es
simple, tenemos que insistir y seguir insistiendo para que CRISTO se quede con
nosotros, y EL bendecirá nuestra mesa y nos repartirá de su PAN, y por ende las
fuerzas volverán a nosotros porque lo habremos reconocido como nuestro SEÑOR y SALVADOR.
Como dije todos hemos
pasado y seguiremos pasando por los caminos de Emaús y de igual manera una y
miles veces JESÚS saldrá a nuestro encuentro para mostrarnos el camino, para
explicarnos nuevamente porque pasan ciertas cosas, nuestro senda esta llena de
violencia, guerras, dolor, cosas que nosotros no podemos comprender ni
entender, el porque de tanta muerte y miseria,
debemos admitir que muchas de estas cosas son provocadas por nosotros
mismos pero que a pesar de ello, JESÚS sigue creyendo en nosotros, DIOS sigue
creyendo en nosotros, es hora de que nosotros comencemos a creer en nosotros
mismos.
El camino de Emaús
seguirá siendo recorrido por todos nosotros, de ida y vuelta, de ida llenos de
tristeza y dolor, de vuelta llenos de esperanza y FE al saber que CRISTO
también camina con nosotros en ambas direcciones, guiándonos, llevándonos y
sobre todo AMANDONOS.