FACEBOOK, TWITTER Y LA POLICÍA DEL PENSAMIENTO



El filósofo y novelista Umberto Eco señalaba con mucha claridad su preocupación sobre el alcance de la internet y las diversas plataformas de "social media": "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino."  Lo terrible de esta aseveración de Eco es que estos medios no sólo han dado voz a la legión de idiotas que señala el filósofo, también los han convertido en una especie de "policía del pensamiento", que condenan a priori al sentido común y dan lugar a  arbitrariedades que en otrora eran simplemente impensables.

Las redes sociales comenzaron como emprendimientos privados para luego pasar a ser verdaderos emporios de la Internet, en este punto hay que ser claro, no hay nada de malo en ello, las personas al abrir un perfil en las redes acepta de forma voluntaria todas las condiciones puestas por estos medios de comunicación alternativos, de hecho existen varias restricciones que a primera vista resultarían hasta comprensibles, se prohíbe publicaciones que inciten al odio, al racismo o que promuevan la pornografía, hasta ahí, todo bien, lo que llama la atención es la valoración que utilizan estos medios para discernir entre lo que es y lo que no es permitido, las redes sociales dominantes se han encargado de poner en claro que el estar a favor de la vida, del libre mercado y de la Fe es censurable, pues no va de acorde con las línea de pensamiento imperante, para ello la censura debe ser sustentada por “pensadores progresistas” los cuales dan el aval intelectual que requiere esta nueva forma de manipular la información,  las redes sociales no actúan solas, necesitan tener respaldo tanto se los medios de comunicación convencionales y de intelectuales progresistas, conformando así una triada de  censura  que hace ver a la policía del pensamiento de George Orwell como simples aprendices.

Al parecer existen ciertos parámetros dentro de las redes sociales que terminan enmarcando al sentido común como un "discurso de odio" es decir, pensar no es bien visto y mucho menos permitido, ni que decir estar a favor de la vida o ser creyente católico - cristiano, esto ya es casi inadmisible en estos espacios donde Dios  queda reducido a un montón de palabras dulzonas y bonitas, las cuales son aceptadas siempre y cuando nadie se sienta "ofendido". De esta manera regresamos una y otra vez a la "Alegoría de la Caverna" de Platón, para hacer simple el relato, nos encontramos dominados por sombras, las cuales se hacen pasar por verdad, condenando al olvido a quienes se atreven a cuestionar estás "verdades impuestas”,  el sentido común se convierte en ofensa y la ofensa en delito.

La realidad aparente pesa más que la certeza del pensamiento, las redes sociales no dan cabida al razonamiento, solo conciben como "bueno" todo lo que se comparte sin razonar, el progresismo imperante a posicionado un sin fin de "verdades engañosas" que son viralizadas por las redes sociales con la ayuda de los medios de comunicación tradicionales, los cuales le dan el respaldo de seguridad a estas verdades falseadas generando un monopolio de opinión, censurando y acallando a todos los que piensen diferente, es pan de cada día ver cuentas clausuradas tanto en Facebook, Twitter e Instagram, el pecado, no estar de acuerdo con el pensamiento progresista/marxista, en definitiva los idiotas que mencionaba Umberto Eco dominan las redes y censuran el sano juicio, no cabe duda que pensar se ha vuelto peligroso, pero a mí entender  es mucho más peligroso el permanecer en silencio.

 

Marcelo Miranda Loayza


Artículo publicado originalmente el 22 de enero de 2021 en el matutino El Diario



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