LA MANO DEL REY (EL PODER SIEMPRE CORROMPE)


Dentro de los fenómenos culturales construidos alrededor de shows televisivos las series de HBO, Juego de Tronos y La Casa del Dragón, generan tal movimiento mediático que incluso sobrepasa las propias expectativas de sus creadores. Ambas series basan sus historias en la saga de libros de fantasía medieval del escritor Norteamericano George R. R. Martin.

Tanto en la saga de libros como el ambos shows televisivos, una de las figuras más emblemáticas es la llamada "Mano del Rey", que vendría ser una especie de consejero cercano al monarca de turno. Lo interesante de dicho personaje es que no siempre responde a los intereses del reino o a la lealtad que debiera tener para con su rey, pues a simple vista trabaja con diligencia ciega a favor de este, pero en las sombras también se mueve para satisfacer sus propios intereses de poder o visibilizar, lo que según él mismo, es necesario y justo.

El populismo latinoamericano se encuentra plagado de figuras análogas a la Mano del Rey, pues confabular, engañar, mentir y espiar son parte esencial de sus "funciones", no solo para mantener el poder en favor del gobernante, también para sacar su propia tajada. Diosdado Cabello, por ejemplo, es el Otto Hightower (La Casa del Dragón) venezolano, capaz de vender hasta su propia alma para mantenerse en el poder entre las sombras, y Miguel Díaz-Canel fue por décadas la "Mano del Rey" del régimen castrista.

El mensaje es totalmente claro y sin tapujos: el poder siempre corrompe, más aún cuando proviene de la manipulación de masas para hacer creer que el caudillo es una figura cuasi divina, ya que el poder siempre carcome el alma de su poseedor eventual. Justamente, la figura de "La Mano del Rey" –en la obra de George R. R. Martin– es el encargado de generar ese sentimiento en los gobernantes de turno.

Thomas Hobbes señalaba con total acierto que el gobernante que sucumbiese ante el poder fácilmente se convertiría en un Leviatán (monstruo de origen bíblico utilizado para representar a la idolatría), ya que en su imaginario político se concibe a sí mismo como una especie de mesías enviado para guiar a su pueblo urgido de un salvador. El peligro de ello radica en la autopercepción del caudillo; al considerarse un enviado no tardará mucho en considerarse un dios, y en la historia de la humanidad todos los líderes que se percibían como divinidades terminaron realizando los crímenes más horrendos que la historia haya conocido, pues de la divinización del líder nace la idolatría de sus seguidores y de esta idolatría surge la ceguera intelectual de las masas que actúan, incluso, contra todos los preceptos éticos conocidos con tal de satisfacer a su líder; el genocidio de Ruanda es ejemplo de ello.

La política boliviana no se encuentra ajena a la figura de la "Mano del Rey", de hecho, en esta última década se encuentra plagada de figuras análogas a dicho personaje ficticio. Todos y cada uno de ellos siempre jugaron el "juego de tronos" para su propio beneficio; resultaría fácil nombrarlos, pero eso se lo dejo a ustedes.

Marcelo Miranda Loayza
Teólogo y Bloguero

Artículo publicado en el matutino El Diario. 

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