La vida está llena de tormentas, en las cuales las aguas golpean con fiereza nuestra barca a tal grado que pareciera que su hundimiento es inminente, es en ese preciso instante donde llevados por el miedo y la desesperación reclamamos con firmeza y hasta con enojo a Jesús, diciéndole "Maestro ¿No te importa que nos hundamos?".
Dentro de la simbología bíblica la tormenta representa los problemas y complicaciones que trae consigo el diario vivir, los mismos que golpean con fuerza y crudeza el corazón y la fe del ser humano. Las aguas profundas de mar o de lago representan lo desconocido, es todo aquello a lo que se le tiene miedo, miedo que hace tambalear nuestra barca.
Muchas veces pensamos que a pesar de nuestras oraciones continúas DIOS no nos escucha, es más, pareciera que nos ignora y que no atiende nuestro clamor, el miedo desangra nuestra Fe, dejándonos caer en la desesperación y el sufrimiento, la barca se hunde mientras el Maestro simplemente duerme.
Si revisamos bien la lectura bíblica encontraremos que Jesús se encuentra en la barca junto con sus apóstoles, por ende no se encuentran solos ante la tormenta, Jesús está con ellos, solo que esta durmiendo, esperando el momento preciso para ordenar a los vientos y las aguas para que cesen su fiereza, si Jesús está en nuestra barca, es decir, en nuestra vida, por muy fuerte que soplen los vientos o muy profundas que sean las aguas, nuestra barca NO SE HUNDIRÁ.
Dentro del pasaje bíblico encontramos que los apóstoles reclaman a su Maestro por su situación, ese reclamo es signo de confianza, ellos sabían que si Jesús lo ordenaba la tormenta cesaría, a pesar del miedo que sentían los apóstoles por estar en medio de una terrible tormenta sabían que el ÚNICO que podía salvarlos se encontraba durmiendo, por ende solo había que despertarlo.
Jesús no es ajeno a nuestra historia, si tenemos la suficiente Fe y confianza por más fuerte que sean las tormentas nuestra barca que es nuestra vida no se hundirá, y es que la Fe siempre será más fuerte y firme que el más oscuro de nuestros miedos, Cristo está por encima de cualquier problema o frustración, solo basta despertarlo clamando: Maestro ¿No te importa que nos hundamos?.
Marce Miranda Loayza
