CONTEMPLANDO EL AMOR

Contemplar a Dios en su infinito amor es un carisma precioso que se logra solo con la gracia divina, Dios permite que se lo contemple a través de la Fe y la perseverancia, es por ello que la vida contemplativa requiere entrega total al AMOR PERFECTO DE DIOS, de esto existen innumerables testimonios de personas que alcanzaron la santidad a través de la contemplación.

Ahora bien, contemplar a DIOS también se puede lograr en la vida diaria, es decir en la familia,  trabajo, etc., la vida en si está predispuesta a contemplar la creación perfecta de DIOS.

Contemplar la creación requiere sobre todo humildad, solo un corazón humilde puede llegar a ver en todo su esplendor la magnificencia de una puesta de sol, la belleza perfecta de una flor,  la grandeza de las estrellas en una noche clara o el imponente retumbar de rayos y truenos. Solo en la humildad en la que nos reconocemos pequeños ante la creación de Dios podemos contemplar toda la creación y exclamar como San Francisco de Asís y decir "Bendito seas mi Señor, con todas tus criaturas, gracias por el hermano sol, que da la luz al día en cada amanecer.......".

Contemplar al prójimo y encontrar en su rostro la imagen del CRISTO VIVO lleva al corazón y alma humana a su máxima expresión de amor, el mismo que se hace acción en el desamparado o enfermo, en ellos la Fe contempla el amor que a su vez se convierte en esperanza y redención, contempla las llagas de Cristo en los enfermos y necesitados, contempla el dolor de la cruz en hospitales y auspicios, la contemplación se hace amor y el amor se convierte en acción, La Madre Teresa de Calcuta lo expresa de forma bella y profunda: "Debemos crecer en el amor y, para ello, hay que amar constantemente, y dar y seguir dando hasta que nos duela... Hacer cosas ordinarias con un amor extraordinario. Este dar hasta que duela, ese sacrificio, es lo que llamo amor en acción  "

El trabajo cotidiano abarca gran parte del tiempo dentro del quehacer del ser humano, santificar el trabajo también es una forma de contemplar la divinidad como forma de agradecimiento y amor a Dios por la bendición de poder ganar el sustento diario de forma honrada y digna, se contempla a Dios en el esfuerzo diario, donde el trabajo se traduce en amor y este a su vez en redención, San José María de Balaguer entendía esto a la perfección, "el trabajo es camino de santidad...."

Tener el corazón, el cuerpo y el alma centrados en Cristo es sin duda alguna el culmen de la contemplación, donde la criatura encuentra paz y sosiego solo en la inmensidad del amor de su creador, todo el ser se abandona EN EL AMOR PROFUNDO DE DIOS, Santa Teresita de Jesús lo expresaba de esta manera "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta...."


Contemplar  EL AMOR de DIOS es contemplar la belleza de su humildad, donde las grandeza de lo pequeño llena los vacíos del alma y sana las heridas del corazón.

Marce Miranda Loayza

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