LA GUERRA DEL FIN DE LOS TIEMPOS


Francis Fukuyama, politólogo de origen estadounidense, aseveraba a principios de los años noventa que las guerras y las revoluciones sangrientas habían llegado a su fin, por ende los hombres pasarían a satisfacer sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas para ello. Según la tesis de Fukuyama el sistema capitalista había prevalecido sobre los errores del socialismo.

Desde la caída del muro de Berlín el mundo occidental dejo de posar su mirada sobre la problemática socialista y volcó los ojos hacia el terrorismo islámico, dándole suficiente tiempo y respiro al socialismo para que pueda llegar a mutar en el denominado progresismo, resurgiendo de esta manera los viejos errores del grupo de Frankfurt en una vertiente intelectual suave y simplona que se indigna de todo y se asusta por todo.

El socialismo, disfrazado de progresismo, hábilmente fue copando espacios claves de poder en el continente Europeo, la en otrora "cuna de la civilización occidental" se convertía poco a poco en una sociedad llena de indignados débiles y asustadizos. Los atentados perpetrados por el Islam radical a principios del siglo XXI en suelo europeo fueron el punto de inflexión para ello. El miedo se apoderó de Europa a tal punto que el mismísimo Neville Chamberlain se sentiría orgulloso de ello.

El miedo se fue convirtiendo en quietud e inoperancia, los líderes del mundo occidental prefirieron mirar para otro lado para no provocar ni ofender a nadie, obviamente con una retórica bien elaborada para disfrazar la cobardía en lucha por los derechos humanos, Barack Obama jugo muy bien ese papel y el mundo entero se la creyó. Mientras la Casa Blanca se llenaba de artistas y conciertos el viejo socialismo se fue colando en la mismísima Oficina Oval, es así, que el liderazgo mundial quedaba en manos de los artífices de la mentira, Joe Biden es el perfecto ejemplo de ello.

Se abrieron dos frentes claros en la guerra del fin de los tiempos: por un lado el extremismo islámico, que desde las sombras se la pasa amenazando y sembrando miedo en occidente y por otro lado el socialismo que con su perfecto disfraz de progresismo fue avanzado paulatinamente en las esferas de poder en EEUU y Europa, y en Latinoamérica avasallando el poder desde su vertiente populista. Quedaba claro que Putin y su ejército en algún momento pondrían en vilo al mundo entero, nadie se atrevió a ponerle un alto cuando aún se podía, aunque al parecer el tan publicitado poder bélico del ejército ruso es un simple espejismo, con más discursos falseados que balas reales.

La guerra del fin de los tiempos es una guerra ideológica, las balas y los misiles ya no inclinan la balanza para ningún lado, son las ideas y los principios las principales armas en contra del totalitarismo y el abuso, en este sentido todavía quedan muchas batallas por pelear. El totalitarismo siempre tratará de sembrar miedo y muerte, es su costumbre hacerlo, la clave está en como combatirlo, pues está llegando el tiempo en que indefectiblemente se tendrá que tomar partido, siendo firmes ante las amenazas de los abusivos y megalómanos, sin olvidar nunca que las mejores armas son las que se hablan y piensan, no las que se disparan.

El que tenga oídos, que oiga.

Marcelo Miranda Loayza
Teólogo y Bloguero


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