EL ANILLO DE SAURON Y EL BIEN COMÚN
J. R. Tolkien en su afamada trilogía "El Señor de los Anillos" realiza una analogía excepcional entre en poder desmedido y la búsqueda del bien común, parecería que para el lector de la mencionada saga literaria ambos preceptos son totalmente antagónicos y por tanto no tienen relación, sin embargo la genialidad del literato inglés logra describir a la perfección lo que ocurre con el corazón humano cuándo se pone en sus manos un poder ilimitado, incluso las buenas intenciones que de inicio se pueden llegar a tener, logran convertirse en actitudes despóticas y totalitarias.
La búsqueda del bien común puede llegar a convertirse con el paso del tiempo en una pesada carga, muy similar al enorme peso que los portadores del anillo único sufrían al llevarlo. Dicho peso, podía llegar a corromper incluso a los más nobles habitantes de la Tierra Media, atando para siempre sus almas al abuso de poder y a la angustia que emana del temor de perderlo.
El bien común fácilmente puede llegar a ser entendido como aquél anillo único descrito por Tolkien, pues ciega a su portador, haciéndole creer que puede llegar a ser utilizado para hacer el bien, pero solo equivale a la tentación de verse a sí mismo como "todo poderoso". Recordemos que en el Señor de los Anillos, Boromir, el valeroso capitán de Gondor, insiste en utilizar el anillo para hacer el bien; dicho sentimiento, a priori noble, llega a corromper su alma, a tal punto de querer arrebatar el anillo a Frodo. La tentación del poder para hacer el bien siempre acarrea muerte y traición. Basta con recordar a Maximilien Robespierre, líder de la Revolución Francesa que mando a decapitar a cientos de personas en aras del bien común, las buenas intenciones se convirtieron en la denominada “época del terror” en Francia, atando así su destino a la misma guillotina con la cual había ejecutado a cientos de personas.
La consecución del poder para ejercer bondad y buscar con ello el bien común siempre deja secuelas en su portador, hasta el corazón más noble puede llegar a ser perturbado por la tentación del poder para hacer el bien, pues la idea de la bondad, si no está cimentada de manera sólida en principios éticos y morales, no tarda mucho en transformarse en absolutismos y atropellos.
Si el anillo único corrompe, el bien común también lo hace. Tolkien describía que el mencionado anillo tenía un grabado que solo podía ser leído si el anillo era puesto a fuego: "Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas". El poder ata a su poseedor a las tinieblas, lo ciega y lo inutiliza para hacer el bien. Cuando el bien común se convierte en la aspiración máxima a conseguir se levanta el telón de la fatalidad, pues el poseedor del poder cae en la letal arrogancia de creerse inmaculado e intocable.
Bajo la bandera del bien común se han cometido los más grandes delitos de lesa humanidad, pese a ello, sigue siendo la bandera política y religiosa del progresismo imperante. El anillo único de Sauron todavía sigue tentando a sus ingenuos poseedores, atándolos para siempre a la angustia que deja el poder y a la muerte paulatina del alma.
Marcelo Miranda Loayza
Teólogo, Filósofo y Bloguero