"Te
quiero y te he de querer, nadie me lo va a impedir…", reza parte de la primera estrofa de la recordada cueca
Sangre Española, del compositor potosino César Gutierrez Leyton y popularizada
por el grupo Chuquisaqueño "Horizontes". Nuestra música, cultura, arquitectura,
gastronomía e idiosincrasia está plagada de ejemplos que detallan la influencia
española en nuestra identidad país; desligarse de esta realidad resulta
prácticamente imposible, esto por el simple hecho de que no podemos renegar de
lo que somos. Las
ridículas y vandálicas protestas de
colectivos y movimientos minoritarios tratan, sin efecto alguno, de eliminar
figuras históricas, las cuales, nos guste o no, son parte de nuestra identidad.
El monumento a Colón en el Prado Paceño es solo un pequeño ejemplo de ello. En
todo caso, los iconoclastas anticolonizadores tendrían que dinamitar la icónica
calle Jaén, en el casco viejo de la Ciudad de La Paz, pues su arquitectura es
típicamente española. De igual manera, tendrían que hacer desaparecer escuelas,
colegios y universidades, ya que la educación escolarizada y universitaria son
de ascendencia europea, y, por si fuera poco, cristiana (dato desconocido para
los entusiastas descolonizadores). Toda nuestra identidad país está marcada
por la influencia española y europea. No
se puede borrar nuestra historia de un plumazo, eso equivaldría a correr tras
el viento. Nuestra
tan amada cultura proviene también de
una influencia española muy marcada; desde los famosos sombreros
"borsalinos" de las icónicas cholas paceñas, hasta las
"monteras" del tinku del Norte de Potosí. Incluso nuestra gastronomía
basa sus sabores en el arte culinario español. Quizás los entusiastas
socialistas debieran dejar de sacarse “selfies” con sus iPhones (celular
de preferencia de los iconoclastas de izquierda) y darle una revisada a sus
libros de historia. En todo caso, el
constante ataque a símbolos de la cultura occidental no es coincidencia, la
deconstrucción de la historia para convertirla en un “rompecabezas” a pedido es
una de las estrategias más usadas por el marxismo cultural, pues saben bien,
que una sociedad sin raíces, sin cultura y sin fe, es mucho más fácil de
manipular y engañar. El ideario ficticio de izquierda pone, por ende, al
llamado “colonialismo cristiano” como el enemigo a vencer, pues en sus símbolos
(iglesias y monumentos) se encierran las
creencias y costumbres de naciones enteras.
Somos
un país de encuentros, de culturas diversas y de mezclas hermosas; negarnos a
esta realidad es absolutamente absurdo. El tiempo en que los habitantes de este
bello continente tomaban sangre utilizando el cráneo de sus enemigos como
vasija ha quedado en el ayer. Derribar
monumentos no borra el pasado, en cambio
los libros y su estudio pueden ayudarnos
a escribir nuevas páginas de nuestro presente, para que sirvan como cimiento de
un futuro más inclusivo y próspero para nuestro país. Debemos
empezar a aceptar y a amar nuestra identidad, una mezcla de colores que hacen de
Bolivia un lugar hermoso. Es por ello, que con pañuelo en mano, deberíamos
comenzar a cantar sin miedo y sin tapujos: " Sangre española, corre en tus
venas, cantar bailar darse un besito esa es la vida". Marce Miranda Loayza
Artículo publicado originalmente el 14 de agosto de 2021 en el Matutino El Diario.