ADVIENTO, ¿EN ESPERA DE QUÉ?



La palabra adviento viene del latín «adventus», que significa venida o llegada y es usada para invitar a los fieles a que permanezcan en espera del Señor. Adviento, es  el tiempo de espera, pero su real significado ha ido cambiando con el paso de los años,  inicia  cuatro semanas antes de la Navidad, por ello muchos ligan este tiempo  con la llegada de los aguinaldos, las comidas tradicionales de la época, la decoración de casas y avenidas con lucecitas y adornos, es también sinónimo de tristezas por la falta de algún ser querido, también va ligado  a las   vacaciones de fin de año y por sobre todo a los famosos regalos navideños, ¿pero es esto lo que realmente esperamos?

Hace más de dos mil quinientos años el profeta Isaías señalaba que una doncella quedaría encinta, la cual daría un hijo varón, que llevaría el nombre de Emmanuel, que significa Dios con nosotros (Isaías 7:14),  con el nacimiento de Jesús esta promesa se cumplió, por ende la espera termino en la encarnación del Hijo de Dios.

 Dos mil y pico años después volvemos a seguir en espera, ¿pero en espera de qué?, los medios de comunicación han ido mellando el verdadero sentido del adviento, poco a poco los iconos y símbolos mediáticos propios de la época  pusieron de lado  y hasta en el olvido la figura prometida por Dios en la boca del profeta Isaías, dejando así de ser una conmemoración espiritual y de Fe, para convertirse en una fiesta de regalos, bailes y champán, es por este motivo que el adviento, esta espera, ya no llena la expectativa del corazón  humano,  vivimos en la misma angustia  que hace 2.500 años, cuando el profeta Isaías profetizaba la llegada del Mesías prometido de Dios, seguimos esperando a ese Mesías que de un plumazo  cambie todo lo malo y borre todos los sufrimientos e injusticias.

Adviento es el tiempo de espera, eso si, pero también tiene que ser sin duda alguna un tiempo de cambio, de solidaridad, de trabajo por la igualdad y la justicia, de la compasión y  de la acción por los mas necesitados, eso es y debe ser el adviento; no hay que olvidarse que la promesa de Dios ya se plasmó en la persona de Jesucristo, por lo tanto El Creador ya cumplió con su parte, se dio a sí mismo en Jesús, se hizo uno de nosotros, para después sacrificarse por nuestra salvación, ahora es nuestro turno de responder a ese amor incondicional, ¿y como lo hacemos?, pues aunque suene simple, es muy complicado, se le responde con amor, ese amor que no se calla y que no puede permanecer inerte e inmóvil, sino mas bien que nos motiva, nos lleva y nos obliga a cambiar las injusticias y las desigualdades, aunque en el proceso muchas veces se ponga la propia vida en juego, ese amor que cambia realidades, que no busca reconocimiento y se sacrifica a sí mismo.

Es justamente ese amor de adviento, que nos llama a esperar, claro que sí, pero también nos obliga a empezar a actuar, sin perder la Fe en el pronto regreso de Jesús, esperándolo con la acción que nos motiva ese amor, sin miedo a darlo todo, incluyendo la vida misma.

Adviento es espera, eso si, pero mientras esperamos con el corazón, empecemos a actuar con El Amor, dejando de lado lo temporal, para poner la mente fija en lo importante y trascendente, solo así en este tiempo dejaremos de lamentarnos por las injusticias, sufrimientos y las desigualdades de nuestra sociedad, para convertirse en tiempo de amor y solidaridad, ambos contestatarios y firmes ante las miserias humanas.

 

Articulo originalmente publicado el 2 de diciembre de 2020 en el Matutino El Diario 

 

Marcelo Miranda Loayza



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