La rapidez con la que la sociedad se mueve es realmente impresionante, los medios de comunicación, en especial la Internet, han evolucionado tanto que ya resulta casi impensable vivir sin ellos, todo se encuentra en continuo movimiento, el tiempo parece no alcanzar, la vida termina deslizándose tan rápido como dedos en un teléfono móvil.
Es en esta rapidez e inmediatez donde millones de seres humanos se desenvuelven día a día, pareciera que con ello la sociedad busca para si un DIOS igual de rápido e inmediato, es decir que responda de manera pronta a todas las oraciones y/o peticiones que se elevan hacia EL, lo cual definitivamente NO OCURRE, pues DIOS entrega sus milagros a su debido tiempo, lo inmediato definitivamente no es DIVINO, DIOS forja en la paciencia el carácter humano.
Esto no quiere decir que los milagros no existan o que sean escasos, pues si existen entre nosotros obras maravillosas que solo podrían ser responsabilidad de DIOS.
Corría el año 2000, la locura colectiva por la supuesta llegada del fin del mundo todavía estaban en auge, los medios de comunicación apartaban sendos espacios para estás temáticas, por el mes de junio de ese mismo año la comunidad EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu) tenía planeado realizar un retiro espiritual, en el puede ver como muchos jóvenes entre fe y lágrimas sanaban sus heridas y abrazaban a CRISTO como su AMIGO, DIOS y SALVADOR, entre los participantes me llamo mucho la atención un joven al cual su padre había abandonado desde pequeño para irse con otra familia, de hecho me impresionó que el único recuerdo que tenía de su papa era haberlo visto borracho entrando a su casa amenazando con golpear a todos, que aquel joven haya llegado a perdonar a su padre casi 20 años después definitivamente fue un milagro de DIOS, no solo le sano el corazón, también le cambió la vida, puedo dar fe de ello por la simple razón de aquel joven soy yo.
Hace unos 4 años atrás me encontraba exactamente al frente de la Basílica de María Auxiliadora en la ciudad de La Paz, en la puerta de la misma observé a un chico de unos 20 años que se encontraba pidiendo limosna, se notaba a leguas que estaba bajo la influencia de algún inhalante, su rostro se encontraba desencajado, lleno de flujos nasales, saliva y suciedad, las personas al entrar a la Iglesia en cuestión lo miraban con desprecio, incluso pude escuchar como una señora "devota" llena de indignación por la presencia de aquel muchacho sugería a uno de los encargados del templo que lo retiren de la puerta, su presencia era ignorada por todos los feligreses que corrían presurosos para no perderse la misa, en eso vi a un perrito de la calle acercarse a aquel joven para llenarle la cara de lenguetasos, aquel perrito moviendo la cola lavaba la cara de aquel joven, inmediatamente vino a mi mente la parábola del Rico y el pobre Lázaro (en ella Jesús relata cómo los perros se acercaban a Lázaro para lamerle las llagas), comprendí como funciona el amor de DIOS, no importa lo horrible de nuestro pecado el limpia nuestra llagas con la sangre de su HIJO derramada en la CRUZ y eso de verdad es un milagro el cual sigue y seguirá cambiando vidas. Aquel joven que se encontraba en la puerta de la Basílica tiene por sobrenombre " El Hasky" por sus ojos claros, entra y sale de centros de rehabilitación, cada vez que nos vemos compartimos un fuerte abrazo, a veces me cuenta que esta trabajando y esta bien y en otras pues simplemente le invito una buena comida y le doy algo de ropa.
La vida es un milagro en si mismo, despertar, soñar y creer son parte de este milagro, el AMOR DE DIOS se manifiesta en lo sencillo, ahí donde la inmediatez y la impaciencia no tienen cabida, donde la esperanza renace todos los días en un pequeño pedacito de PAN llamado EUCARISTÍA.
Si existen los milagros, solo nos falta aprender a verlos.
Marce Miranda Loayza
