El ser humano trata infructuosamente de llegar a la perfección, de ser estándar de comportamiento, inteligencia o de moralidad, pareciera que en el afán de sentirnos perfectos nos olvidamos de que es justamente nuestra imperfección humana la que hace que SIEMPRE estemos urgidos de la GRACIA DIVINA.
La idea de que la humanidad es auto suficiente y que depende únicamente de su capacidad de crear y de pensar hace que la ESPERANZA que trae consigo la FE sea una simple y mera quimera sin fundamentos y por ende totalmente prescindible, de esta forma el relativismo se convierte en el eje central de una vida llevada en excesos y abusos.
Llegar a pensar que la GRACIA DE DIOS es una mera fantasía deja el alma vacía de esperanza, pues las intenciones humanas son pasajeras, el tiempo hace presa de ellas y terminan muchas veces en el olvido, esto causa una gran angustia en el ser humano que trata de llevar este vacío con un hedonismo egocéntrico.
La GRACIA DIVINA consuela el alma y da paz al corazón, es esa esperanza que traspasa cualquier dolor o frustración, es esa chispa de amor que lo puede todo y que ilumina todo, solo necesita un corazón dispuesto a aceptar la grandeza de DIOS y su AMOR TOTAL que se entrega y se da a la humanidad.
La humanidad necesita del AMOR DE DIOS, solo en este AMOR podrá encontrar paz y consuelo, solo en la GRACIA DIVINA podrá encontrar salvación, SOLO DIOS BASTA clamaba Santa Teresa de Ávila con toda certeza y razón, pues solo en EL, el ser humano podrá alcanzar su plenitud.
Abandonarse hacia DIOS puede parecer para muchos un absurdo, el cual nos aparta de la realidad para encerrarnos en una especie de "burbuja religiosa" que nos ciega y adormece, por ende es mejor vivir a plenitud los placeres sin un DIOS que moleste la conciencia y nos diga que hacer.
La autosuficiencia y el egocentrismo son solo muestras de la interminable búsqueda de la trascendencia por parte del ser humano, el cual no encuentra razón de su propia existencia fuera de la GRACIA DIVINA.
DIOS en su AMOR incondicional nos invita todos los días a ser participes de su GRACIA, en la cual encontraremos, sabiduría, salvación y vida eterna.
Marce Miranda Loayza