PAN DE VIDA Y VINO DE AMOR

La comida Pascual para el pueblo judío no solo era compartir alimentos y vino, significaba para ellos conmemorar el paso de su pueblo de la esclavitud de Egipto hacia la libertad en el desierto, con todo lo que ésto trajo consigo, hambre, frustración, desconfianza, milagros y FE, celebrar la Pascua por tanto era el acto más sagrado dentro de la cultura judía de la época.

Jerusalén era el epicentro de esta celebración y Jesús decide pasar la Pascua ahí, aún a sabiendas que su vida corría peligro  pues las autoridades del Sanedrín estaban buscando el momento propicio para arrestarlo, casi a escondidas Jesús y sus discípulos se reúnen para compartir una cena pascual, si bien la tradición judía tenía una serie de ritos para  su realización Jesús rompe los esquemas, primero expone el anhelo que tenía de pasar la Pascua entre sus amigos, luego toma el pan y lo bendice pasándolo entre sus amigos diciéndoles que ese era su cuerpo, para luego bendecir el vino para pasarlo entre sus discípulos diciéndoles que esa era su sangre que sería derramada por ellos, obviamente sus amigos y discípulos no entendieron nada en ese momento, pues su concepción de una comida Pascual era otra, por ende todo lo que había hecho y dicho Jesús les era nuevo y hasta desconocido.

El Pan y el Vino en boca de Jesús dejaron de ser simples alimentos fruto del trabajo del hombre para convertirse en sacrificio de AMOR, de esta misma forma el Vino se convirtió en su sangre que sería derramada en el acto más grande y puro de AMOR para con nosotros, de este modo la comida Pascual encuentra un nuevo y definitivo significado, EL AMOR DE DIOS SIEMPRE TENDRÁ LA ÚLTIMA PALABRA, el sacrificio de AMOR de CRISTO en la cruz es eterno y se renueva día tras día en la EUCARISTÍA.

Hay pasado más de dos mil años desde que Jesús  celebró la Pascua con sus amigos más  cercanos, muchas cosas  se han dicho y escrito  desde entonces sobre la EUCARISTÍA como sacramento, algunos simplemente la niegan, otros la profanan y muchos otros piensan que es solo un ritual, pero a pesar de ello la vivencia de aquella  última cena se sigue renovando día tras día en la EUCARISTÍA.

No recibir la santa comunión quizá no haga al creyente menos cristiano, pero si impide que esté participé del más grande  sacrificio de AMOR que tuvo Jesús para con nosotros, LA EUCARISTÍA es un regalo de DIOS del cuál recibimos ése toque de Fe y de Amor que nos llena el alma y nos sana el corazón.

Marce Miranda Loayza

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