La vida cotidiana para el cristiano esta llena de retos y obstáculos, la sociedad se empeña en poner las cosas difíciles para el creyente con un sin fin de pruebas que hacen tambalear la FE en DIOS y hasta en uno mismo, pero es justamente en esta lucha diaria donde el creyente encuentra el camino a la santidad; la vida diaria y sus retos no deben ser objeto de retraimiento, por el contrario, deben servir de estímulo para alcanzar la santidad en una sociedad adversa.
Es necesario comprender a cabalidad que el cristiano es llamado a la santidad santificando su vida, y una parte importante de esta es el trabajo, el cual por más grande o pequeño que sea es instrumento no solo del sustento diario, también es un instrumento de DIOS mediante el cual el creyente comprometido siembra en el día a día la semilla del Reino de Dios.
El trabajo desde el punto de vista cristiano es bendición y por esta condición también es instrumento de evangelización, por ende respetarlo y realizarlo de manera eficiente de acordé a las exigencias particulares de cada labor es en principio la mejor forma de agradecer la posibilidad de ganar de manera honrada y digna el pan de cada día, amar y respetar el trajín propio del trabajo diario transforma la desidia propia de la rutina en un espacio único para santificarlo y a la vez llevar bendición y paz a las personas que rodean la jornada laboral.
La familia y el trabajo son en definitiva donde el mayor número de creyentes viven su FE día a día, es en ellos donde se construye el Reino de Dios y donde el creyente encuentra SANTIDAD, en medio de las cosas sencillas que nos brinda la vida y que nos regala DIOS, el creyente está llamado a santificar su familia y trabajo siguiendo a cabalidad el camino que nos presenta EL EVANGELIO.
Este nuevo siglo nos presenta el reto de construir SANTIDAD en medio de una sociedad relativista y egocéntrica, transformando rutinas en bendiciones, es ahí donde la santificación del trabajo encuentra su máxima expresión, y es que cualquier labor o trabajo realizado bajo preceptos cristianos llena de paz, coherencia y honestidad a una sociedad ávida de esperanza y amor.
Marce Miranda Loayza