Para hablar con DIOS solo se necesita un poco de FE, el corazón humano encuentra en la oración ese bálsamo que calma ausencias, tristezas y que a la vez calma la euforia en medio de alegrías, la oración es donde el ser humano se entrega a DIOS presentándole su corazón a plenitud.
Existen varias formas de oración, la personal, esa que brota del corazón, donde las palabras emanan desde lo más profundo del alma, expresando de forma única y personal todo aquello que se se anhela y todo aquello por lo que se da gracias.
Los rezos, si bien son palabras preestablecidas las cuales muchas veces son repetidas una y otra vez tienen el plus de que entre ellas el alma humana va templando paciencia, entrega y contemplación, paciencia porque las expresiones personales aprenden a esperar su turno, entrega, porque en rezos como el del Santo Rosario el creyente poco a poco va entregando su corazón ya que en cada meditación va dejando de lado sus propias necesidades para rezar por intenciones universales, contemplación, puesto que en cada misterio del Rosario se puede llegar a contemplar la vida de JESÚS.
Si bien la oración brinda libertad, el rezo educa el alma, pues le enseña a no anteponer sus propias necesidades, el rezo tiene esa peculiaridad, especialmente el Santo Rosario que entre sus cuentas se puede encontrar meditación e intercesión, rezar no es solo repetir palabras, es meditarlas para luego hacerlas propias.
Rezar no es recitar, es meditar, es silenciar el "yo", es reconocerse humilde ante DIOS, el Padre Nuestro enseñado por JESÚS requiere silencio y humildad, no parafernalia de brazos levantados seguidos de gritos, risas y desmayos, JESÚS pide únicamente soledad, silencio y humildad, ya que con ellos el rezo alcanza toda su magnitud y bendición.
El rezo y la oración tienen que estar revestidos de humildad y silencio, ya que sin ellos se corre el riesgo de que ambos se conviertan en expresiones egocentristas del ser humano que en su ego pretende ser un especialista en la oración.
El rezar brinda humildad al creyente, le enseña perseverancia y lo reviste de esperanza, rezar es amar a DIOS, al prójimo y a uno mismo, por ello digamos con humildad y FE:
Padre nuestro que estás en el cielo....
Dios te salve María llena eres de gracia...
AMÉN
Marce Miranda Loayza