La rapidez con la que la sociedad actual se desenvuelve no permite que el ser humano se tome un respiro para pensar, meditar o rezar, el tiempo es dinero y con este se quiere comprar vida.
El ritmo de vida acelerado y sin pausa que exige el éxito y la fortuna no solo desgasta el cuerpo sino también el alma, el tiempo se convierte en un enemigo a vencer donde los minutos con su caminar constante van carcomiendo poco a poco la paciencia y la voluntad humana.
La prisa y la codicia hacen presa fácil del corazón humano, la rapidez de una sociedad acostumbrada a lo inmediato nos quieren hacer creer que la paciencia y la prudencia no son compatibles con los tiempos actuales, que lo mejor es vivir a toda prisa y sin pausa.
Para lograr vivir la vida a plenitud es necesario darse una pausa en el camino, reservar un tiempo todos los días para encontrarse con DIOS y con uno mismo resulta imprescindible para no caer en las tentaciones y excesos que nos ofrece una sociedad basada en la búsqueda de placeres.
Una pausa en el camino urge cuando la desesperación trata de hacer presa del corazón humano, darle un tiempo de calidad a DIOS brinda la calma necesaria para seguir viviendo y a su vez da la posibilidad de limpiar el alma de todo aquello que nos hace daño, pues solo DIOS puede sanar y renovar la vida.
Una pausa en el camino para seguir viviendo y seguir creyendo no solo en DIOS sino también en uno mismo no es perder tiempo, todo lo contrario, es ganar vida apreciando con ello cada minuto transcurrido aprendiendo de las caídas y tristezas, valorando las alegrías y los éxitos.
Una vida agitada y sin tregua pueda que traiga consigo éxitos y dinero, pero a la vez y con toda seguridad traerá consigo soledad y tristeza, en cambio hacer una pausa en el camino para rezar y reflexionar nos lleva a vivir la vida en plenitud, si bien el tiempo es el único caminante que no se detiene, una pausa en el camino simplemente lo trasciende, ahí donde la vida ya no depende del tiempo.
Marce Miranda Loayza