EL GRITO SILENCIOSO DEL SUICIDIO

El SUICIDIO en jóvenes y adolescentes se ha convertido en una de las principales causales de muerte violenta entre la población mencionada a nivel mundial, lastimosamente este hecho muchas veces es ocultado por parte de las familias afectadas y los medios de comunicación masivo simplemente abordan el tema desde un punto de vista circunstancial, amarillista o morboso.

Los jóvenes del siglo XXI van creciendo en medio de una sociedad relativista y quebrada, relativista en el sentido de que los valores y por ende DIOS ya no son tomados en cuenta  para la formación integral de niños y jóvenes, no son directrices a seguir, simplemente son amoldados según intereses, opciones y gustos por ende no son absolutos, pasan a ser relativos en tanto y en cuanto sirvan para excusar comportamientos, inclinaciones y gustos, es también quebrada ya que el cimiento mismo de la sociedad (la familia) esta fraccionada, herida y muchas veces disuelta, los jóvenes ya no encuentran en la familia ese puerto seguro al cual acudir en tiempos de tormenta, por ende se encuentran solos navegando en la oscuridad, sin faro y sin rumbo, viviendo así en una eterna angustia en medio de una selva de cemento.

A todo esto se suma un ritmo de vida complejo y competitivo donde el joven tiene que llegar a desenvolverse, donde el más fuerte sobrevive pisoteando al más débil, lo triste de esto es que la sociedad valora estándares  de belleza y/o fuerza prefabricados por los medios de comunicación masivos ligados a clichés físicos construidos a base de cirugías plásticas o photoshop, se desvaloraliza por ende la presencia o vivencia de valores como la solidaridad, humildad, amor, etc., los jóvenes viven presionados por la obtención del éxito, la popularidad y la aceptación social.

La vida escolar tanto para los niños como para los jóvenes ya no constituye solo una fase de aprendizaje, también es un tiempo de supervivencia, donde los más damnificados lastimosamente silencian sus vidas, las redes sociales forman parte esencial de ese campo de batalla por la supervivencia adolescente, estos se sumergen en ellas construyendo una máscara virtual y atacando así a lo real, y es que lo auténtico​ no es bien visto para una sociedad hipócrita y hedonista.

Esta complejidad social está arrastrando a miles de jóvenes a tomar la dura decisión de acabar con sus vidas, esto bajo vista y paciencia de quienes están llamados a protegerlos, padres de familia, maestros o el Estado, todo ellos simplemente prefieren callar y/o ocultar esta realidad, los progenitores prefieren evitar la "vergüenza social" del suicidio, los colegios prefieren esquivar responsabilidades (que las hay) y el Estado simplemente no genera políticas generales de prevención.

El suicidio en este sentido se convierte en un tabú para los que son llamados a su prevención y en una "solución romántica" para aquellos que padecen de una vida desolada, ante el silencio horroroso de padres y maestros los jóvenes afectados por la depresión o la frustración encuentran en la relativizacion de la vida una respuesta, si la propia existencia resulta molesta lo mejor es acabar con ella.

La sociedad esta matando a nuestros jóvenes, los desecha y los ignora, mientras el GRITO SILENCIOSO DEL SUICIDIO no encuentra eco en una humanidad vacía de DIOS y adicta a los placeres, día tras día miles de niños, adolescentes y jóvenes pierden su lucha de vida ante la intolerancia, el desprecio y la soledad.

Pareciera que no hay salida, que a miles de jóvenes simplemente se les arrebata las ganas de vivir, que existen 13 razones o más para acabar con ella, pese a ello todavía sigue valiendo la pena vivir, respirando un día a la vez, dejándose acariciar por el sol y por la lluvia, soñar y dejarse soñar, teniendo siempre presente que la felicidad no es un momento en el tiempo, es un camino lleno de caídas sin las cuales jamás llegaríamos a sentir las caricias de DIOS.

Es necesario hablar abiertamente del suicidio, no como tabú ni tampoco como una decisión valiente y romántica, sino como una realidad triste y dura la cual necesita ser prevenida con educación, amor y empatía, no dejemos que nuestros jóvenes sigan perdiendo las ganas de vivir, es hora de actuar, cuidado nos sorprenda el juicio pleno de DIOS sin haber hecho nada, siendo cómplices en el silencio.

Marce Miranda Loayza

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