¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

A DIOS no le agrada ver a sus hijos sufrir, la idea de una divinidad a la cual le agrada las penurias y dolores de los que dice amar es totalmente falsa y mentirosa.

El sufrimiento humano es fruto no de la voluntad divina sino de la desobediencia y arrogancia del ser humano, el cual de manera libre y deliberada decide una y otra vez darle la espalda a DIOS, la creación como parte intrínseca de la humanidad  también arrastra estos pecados, por ende se vuelca contra el hombre desatando así su furia y dureza, pese a ello DIOS jamás ha permitido que el dolor y el sufrimiento tengan la última palabra.

La esperanza y la empatía paradójicamente tienen su mayor expresión justamente cuando van de la mano de desastres naturales y/o guerras, las cuales sacan a relucir todas las cualidades humanas, DIOS actúa en el AMOR que nace de la SOLIDARIDAD, se mueve en medio del dolor a través de la empatía y construye esperanza en torno a la EUCARISTÍA en la cual toda la creación encuentra su fin y su esencia.

El amor y la misericordia de DIOS es tan grande y perfecta que el dolor a pesar de ser real y en muchas ocasiones hasta brutal nunca llega a ser definitivo, ya que el dolor de la Cruz siempre antecede a la belleza de la resurrección en la cual EL AMOR sella en ella  su victoria ante la muerte y el dolor.

La muerte no tiene la última palabra, el dolor si bien es real y profundo nunca podrá derrotar al AMOR, y en los momentos más duros donde la vida o la naturaleza se vuelcan contra el hombre recordemos que Jesús nos dio una MADRE, su MADRE, para que nos consuele y nos abrace, recordándonos con amor maternal que todavía seguimos vivos, que todavía queda camino, que ella NUNCA nos abandonará y que en medio de la oscuridad será nuestra guía hacía JESÚS.

Todo puede derrumbarse, pero el AMOR DE DIOS siempre permanece firme y fiel, la tierra puede temblar pero JESÚS permanece de pie sosteniéndonos en nuestro dolor, los vientos podrán traer miedo y destrucción, pero el ESPÍRITU SANTO sigue soplando vida, y por si fuera poco MARÍA nunca deja de rogar por nosotros.

Marce Miranda Loayza

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