
La prisa y el estrés cotidiano nos quieren hacer creer que un Padre Nuestro o un Ave María al aire alcanza para encontrarnos con DIOS, que dar el tiempo que nos sobra es más que suficiente para comunicarnos con EL PADRE.
Es necesario vivir nuestra FÉ a plenitud, no solo unos minutos al día, debemos llevar una vida de oración de tal manera que toda nuestra vida sea planificada, ordenada y llevada en base a la oración, hablar con DIOS, confiar en JESÚS, pedir los dones del ESPÍRITU SANTO o la intercesión de MARÍA debe ser una constante en nuestro caminar como cristianos, y es que cualquier situación por muy negativa que sea es más llevadera estando en oración.
La EUCARISTÍA debe ser nuestro punto de partida y de llegada, vivir intensamente este misterio con el corazón dispuesto tiene el PODER no solo de llenarnos la vida de esperanza, sino también de transformarla y cambiarla.
JESÚS no es un cuento pasado (como muchos nos quieren hacer creer) ÉL sigue presente, sigue saliendo a nuestro encuentro, sigue esperando por nosotros, continúa abrazándonos con MISERICORDIA y con AMOR, por ello no podemos dejar que el ajetreo del día a día nos quite la alegría de sabernos amados por DIOS, de encontrarnos con CRISTO en la EUCARISTÍA y de hablar con ÉL en la oración.
EL ESPÍRITU SANTO se sigue moviendo en medio de nosotros, construye esperanza ahí dónde todo aparentemente está perdido, sopla sobre nuestras vidas muchas veces aún sin que lo hayamos pedido, pedir la presencia del ESPÍRITU SANTO como nuestro guía, ayudador y consolador es esencial para sobrellevar las pruebas que nos pone la vida y aceptar con humildad nuestros logros y alegrías.
No podemos dejar que el estrés y la rapidez propia de este siglo 21 nos aleje de la bendición y de la misericordia de DIOS, encontrémonos con EL todos los días en la oración dando gracias por el milagro de nuestra vida, por nuestras caídas y logros, siendo consciente de que TODO lo que proviene de DIOS es BENDICIÓN aunque al principio no lo veamos así y que EL siempre estará a nuestro lado cuándo nos toque sufrir.
Que nuestra vida sea una oración constante y sincera, ya que una vida con DIOS es vida en abundancia.
Marce Miranda Loayza