El paso del tiempo siempre a sido una preocupación para el
ser humano, se lo quiere controlar o por lo menos administrar de la mejor
manera, muchas veces el reloj se convierte en nuestro peor enemigo y en otras
en nuestro mejor aliado.
La inmediates de los medios de comunicación hace que
nuestra sociedad vaya a un ritmo acelerado, queremos que todo se nos de cuando
y como queramos, el aquí y ahora a suplantado a la paciencia y el
individualismo a la caridad.
Este "aceleramiento" de la sociedad y
del diario vivir deja poco espacio para la reflexión, la paciencia y la FÉ,
tratamos de amoldar a DIOS a nuestras necesidades, queremos que este actúe de
forma inmediata en nuestras vidas y olvidamos con ello que DIOS tiene su tiempo
y que este es perfecto para nosotros.
El tiempo de DIOS es perfecto, no se mide
por el aquí y ahora, ya que trasciende el tiempo humano, se manifiesta a través
de la historia de salvación, construye paciencia, solidaridad y oración, es
perfecto y eterno.
El tiempo de DIOS requiere paciencia y FÉ, no se mueve a
través de las redes sociales ni va según el capricho humano, esperar en DIOS
definitivamente remplaza el inmediatismo con la esperanza y el individualismo
por la solidaridad, DIOS tiene su tiempo para con nosotros, su voluntad es
perfecta y agradable, aunque en principio no lo veamos de esta manera.
El
tiempo de DIOS es perfecto y preciso, se manifiesta a lo largo de nuestra
historia, nos salva y nos anima, nos ilumina y acaricia, vivamos disfrutando
nuestro tiempo sabiendo que DIOS camina con nosotros, administremos nuestro
tiempo con base en el amor y la caridad, sin fijarnos en el reloj pero con la
vista bien puesta en la eternidad.
Marce Miranda Loayza