No soy mucho de tener amigos, los
puedo contar con los dedos de una sola mano, por ello encontrar alguno es como
señala la PALABRA ,
un verdadero tesoro.
En el colegio no era de tener
amigos, es más en muchos casos me molestaba la presencia de mis compañeros de
aula, prefería, mejor dicho, me encantaba estar solo,
recuerdo bien que esperaba con ansias la hora del recreo no para salir a jugar con la pelota corriendo como tonto detrás de ella, simplemente salía a caminar por ahí perdiéndome en mis fantasías, sueños y pensamientos.
Ya en casa prefería jugar solo al tapagol, o improvisar una guitarra con algunas ligas y trozos de madera, recuerdo con mucho cariño aquella mañana de mi cumpleaños donde vi a la que seria mi mejor amiga por muchos años, mi primera guitarra.
recuerdo bien que esperaba con ansias la hora del recreo no para salir a jugar con la pelota corriendo como tonto detrás de ella, simplemente salía a caminar por ahí perdiéndome en mis fantasías, sueños y pensamientos.
Ya en casa prefería jugar solo al tapagol, o improvisar una guitarra con algunas ligas y trozos de madera, recuerdo con mucho cariño aquella mañana de mi cumpleaños donde vi a la que seria mi mejor amiga por muchos años, mi primera guitarra.
Ya en la adolescencia y juventud
como todo joven me gustaba salir a pasear, mejor dicho a “pajarear” sin rumbo
por las calles, había conocido a un
grupo de buenos amigos, “el chino”, “el loco”, “el goyco”, “el taba”, “el z”, y
principalmente “el TICO”, con el éramos
como hermanos, me contaba sus cosas y yo las mías, reíamos como locos, bailábamos "rap" (o por lo
menos hacíamos el intento) que estaba de moda en aquella época, todos los
fines de semana teníamos fiestas, nos
invitaban a todo lado, junto con todos los amigos impusimos una moda extraña de
vestirnos, pantalones medio anchos, chompas “beatles” y chalecos de tela, era
divertido, recuerdo que en una ocasión invitaron a uno solo de mis amigos a una
fiesta de quince años y con esa sola invitación entramos como 14, ingresábamos
uno por uno, luego de mostrar la respectiva invitación subíamos hasta el salón
para luego lanzarla por una ventana lateral. Como típicos adolescentes también tomábamos
nuestros “traguitos” baratos, como no teníamos mucho dinero comprábamos unos
preparaditos a granel medio raros, recuerdo bien que “el chino” decía que eran
mas saludables que un buen whisky
etiqueta negra.
Un buen día EL TICO comenzó a caminar medio chueco, como
si le faltase equilibrio, me reí ya que pensé que estaba imitando el andar de
un borracho, esos lapsus en su
equilibrio se fueron profundizando, sus papas aprovecharon las vacaciones del
colegio para hacerle algunos análisis, los doctores no daban con un diagnostico
acertado, en pocas semanas EL TICO ya no podía caminar por si solo, preocupados
sus padres lo internaron en una clínica buscando paralelamente algún centro
medico en el exterior ya que acá no podían dar con la causa de su extraña
enfermedad, todos los días íbamos a visitarlo después del colegio, EL TICO ya
no podía hablar bien, le costaba articular palabras, solo “el loco” y yo podíamos entender bien lo
que decía, una tarde después del colegio lo fuimos a visitar como de costumbre,
al verme se despidió de mi, le respondí que no sea tonto que iría a almorzar un
rato a mi casa y que por la tarde regresaría, ni bien llegue a mi casa recibí
una llamada indicándome que EL TICO acababa de fallecer, salí corriendo para la
clínica, todos los amigos estaban ahí, tristes, llorosos, no lo podía creer, mi
mejor amigo había fallecido.
Fuimos varios amigos a la casa
del TICO, ahí lo iban a velar, estábamos “el loco” y yo en su cuarto cuando de
repente entra su tío y nos pregunta a ambos a quemarropa ¿ustedes ya son unos
hombres no?, le respondimos afirmativamente, entonces este nos pidió que lo
acompañásemos, entramos al baño principal y vimos el cuerpo sin vida de nuestro
amigo, estaba en la tina, su tío nos pidió que lo ayudásemos a limpiar, asear y
luego vestir, lo hicimos así, lo bañamos y vestimos, el “rigor mortis”
ya estaba haciendo de la suyas, sus extremidades estaban ya duras como una
piedra, aun así pudimos ponerle su camisa y saco, cuando lo pusimos de pie para
ponerlo ya en el ataúd EL TICO cayo casi con los brazos abiertos, lo agarre, sentí
que me decía “hasta pronto amigo”. No tengo duda, EL TICO fue mi mejor
amigo, ya pasaron 28 años de su muerte y pese a ello lo sigo recordando con
cariño, después de salir del colegio nuestro grupo se disolvió, cada quien tomo
su camino pero siempre están presentes en los recuerdos de adolescente que de
cuando en cuando siempre regresan a mi mente.
En el transcurso de los años
siguientes conocí a buenos amigos, aunque la guitarra seguía ocupando un lugar
preferencial, en ella construía melodías, armonías y poesías, mi otra amiga era
definitivamente la música, no me apartaba de ella.
Un buen día me invitaron a vivir un retiro de índole espiritual, a la primera invitación les dije que no ya que justo por esas fechas se presentaba en el teatro municipal el gran guitarrista Pirai Vaca, después de un par de meses me volvieron a insistir con el tema y pues al no tener ya excusas para zafar de semejante “macana” tuve que aceptar, en aquel fin de semana hace ya unos 18 años me presentaron a MI MEJOR AMIGO, uno que pensé que no se interesaba por mi y que no me escuchaba para nada, su nombre, JESÚS, el encuentro con este amigo me cambio definitivamente la vida, conocí gracias a EL a grandes amigas y amigos, en especial a mi amiguita Paolita Z, fue mi cómplice, confidente y hasta testigo de mi matrimonio, así comenzaba una nueva vida.
Un buen día me invitaron a vivir un retiro de índole espiritual, a la primera invitación les dije que no ya que justo por esas fechas se presentaba en el teatro municipal el gran guitarrista Pirai Vaca, después de un par de meses me volvieron a insistir con el tema y pues al no tener ya excusas para zafar de semejante “macana” tuve que aceptar, en aquel fin de semana hace ya unos 18 años me presentaron a MI MEJOR AMIGO, uno que pensé que no se interesaba por mi y que no me escuchaba para nada, su nombre, JESÚS, el encuentro con este amigo me cambio definitivamente la vida, conocí gracias a EL a grandes amigas y amigos, en especial a mi amiguita Paolita Z, fue mi cómplice, confidente y hasta testigo de mi matrimonio, así comenzaba una nueva vida.
Trabajaba en un colegio
impartiendo clases, la mayoría de los profesores eran mucho mayores que yo, con
intereses totalmente diferentes a los míos por ende no confraternizaba para
nada con ellos, eran simples compañeros de trabajo, un día por casualidad
conocí a la Dra. del
colegio, la Lizi ,
de inmediato comenzamos una linda amistad, con el transcurso del tiempo nuestra
confianza avanzaba, me contaba cosas que nadie más sabia sobre su vida, en el trabajo nos volvimos cómplices, juntos
pudimos sacar a muchos chicos de las drogas y el alcohol, apoyamos a varias
jovencitas que sin querer queriendo se encontraban esperando familia, las
apoyamos y aconsejamos, fui el primero al que le contó que estaba feliz porque
se casaría, fui el primero al que le contó que estaba esperando familia y fui
el primero al que le contó que tenia cáncer, hablamos mucho de su enfermedad
por unos 8 meses, fue muy duro para ella, sabia que mas temprano que tarde
tendría que dejar solos a su esposo y a su hijito, en ese corto tiempo fui su
confidente, conmigo podía llorar para desahogarse ya que no quería que su
esposo e hijito la viesen así, aun con todos los dolores de la enfermedad y de
las famosas quimioterapias, la LIZ
nunca dejo de darle dura pelea a la vida, su FE y sus ganas de vivir eran
grandes, la enfermedad la postro en el hospital, la visitaba con frecuencia, me
encargo a su esposo, para que le diera ánimos, ella sabia muy bien que la
vida ya la estaba dejando, hace ya cuatro años a eso de las 6:30 de la mañana
recibí un mensaje de texto indicándome que la LIZ había fallecido.
Como DIOS es siempre bueno
conmigo siguió poniendo a grandes amigos en mi camino, la Paolita Z sigue siendo mi gran
“cuatacha”, la Gabyta (ahijada y amiga), el “Chente” que más que un amigo es un hermano (a veces mayor, a
veces menor), mi amada y hermosa esposita que a pesar de estar casados ya varios
años me sigue aguantando y principalmente a JESÚS, mi más fiel y leal amigo.
Definitivamente “El que a
encontrado a un amigo a encontrado un tesoro” y gracias a DIOS sigo encontrando amigos en el camino.
Marce Miranda Loayza
Marce Miranda Loayza