¿SUPERIORIDAD MORAL?


La nueva izquierda progresista y sus distintas variantes, en el afán de "vender" una imagen inmaculada de sus preceptos e ideas, han construido alrededor de las mismas una especie de burbuja moral, donde se hace creer a sus ingenuos adeptos que, al seguir los lineamientos y formas de pensar de esta nueva izquierda mutante, poseen una especie de superioridad moral que los pondría por encima de la media. Dentro de las distintas ramas de esta nueva izquierda tenemos a los colectivos LGTB, al movimiento vegano, al feminismo radical o incluso al famoso movimiento Black Lives Matter. Todos estos grupos o colectivos piensan, de manera errónea, que su ideología está basada en altos preceptos morales que los posiciona muy por encima del resto de la sociedad.

Esta supuesta preminencia moral trata de situar a los adeptos de estas corrientes progresistas en baluartes de la sociedad, y como si de "cruzados" se tratasen, arremeten contra toda postura contraria a su ideología, incluso llegando a utilizar la violencia, pues para estos colectivos todo aquel que se encuentre en contra de sus "ideales" merece ser acallado. De igual modo, varios partidos políticos que responden a la izquierda progresista mutante utilizan la falacia de la superioridad moral para hacer creer a sus ingenuos adeptos que dentro de su estructura política se practica una moral superior, casi puritana.

Lo preocupante de estas aseveraciones no recae en la autopercepción de ser moralmente superiores, lo que preocupa es la postura agresiva de estos grupos que, al creerse inmaculados, ven con desprecio todo tipo de pensamiento contrario a sus ideologías. Es por ello que la validación de la violencia para imponer o posicionar sus ideas resulta casi intrínseca a los postulados de estos colectivos o movimientos políticos. La violencia, por ende, se transforma en la herramienta perfecta para agrietar la norma social e imponer sus posturas como variantes válidas a la ética y a la moral existente.

De este modo, se pasa de un simple posicionamiento moral a una imposición moral. Dicha imposición emerge claramente de actos violentos como la quema de iglesias, rotura de cristales en comercios y supermercados, cancelación de cuentas en redes sociales, pintarrajeado de paredes, destrucción de monumentos y plazas públicas, etc. Todas estas actitudes violentas son extrañamente justificadas por la postura de "superioridad moral" que abanderan estos colectivos o movimientos políticos, logrando con ello, una notoriedad mediática, la misma que al viralizarse otorga una justificación al ejercicio de la violencia. Es por esto que la violencia deja de ser percibida como tal y se transforma en un simple ejercicio de la libertad de expresión, por tanto ya no es reprochable ni mucho menos imputable, al contrario, se concede a estos grupos carta blanca para delinquir bajo la excusa de su supuesta superioridad moral.

Esta supuesta preminencia moral es otra de las caras de la "imposición violenta" que ejerce el progresismo, enemigo de la razón y del sano juicio, que romantiza la violencia y ensalza el relativismo, contribuyendo a la deconstrucción moral y a la imposición de la violencia.

Marcelo Miranda Loayza
Teólogo y Bloguero



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