LA IMPOSICIÓN VIOLENTA


La violencia puede ser ejercida de diversas formas; una activa, donde la acción violenta es frontal y directa, y una pasiva, donde el acto violento no es entendido como tal, e incluso, puede llegar a ser entendido como sinónimo de progreso o evolución del pensamiento. La acción violenta activa, por obvias razones, genera mayor impacto emocional y visual en la sociedad; es por ello, que los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales tienden a viralizar este tipo de contenidos, mientras que la violencia pasiva es filtrada descaradamente por dichos medios.

El ejercicio de la acción violenta pasiva dentro del ordenamiento social existente siempre es ejercido hacia el conjunto de la sociedad, pues para que tenga efectos tangibles tiene que ser generalizado. En este pequeño ensayo trataré de puntualizar lo que a mi parecer son los aspectos más relevantes en el ejercicio de la llamada violencia pasiva.

La imposición estética. La reconstrucción de la belleza y de la estética, es la base de la violencia pasiva, pues mediante su implantación, la sociedad occidental va mutando en su apreciación de lo estético y de lo bello, por ende, es relativizada. El arte, la música y las letras dejan de ser importantes, dando espacio a la imposición de lo desagradable como manifestación cultural e instrumento de control social.

La imposición moral. Para el progresismo socialista, la moral judeocristiana no constituye una fuente válida de comportamiento moral ya que basa sus principios en preceptos de Fe y no en imposiciones ideológicas provenientes del Estado. Por ello, constituye un claro peligro para la imposición estética y cultural, pues la moral cristiana obliga al creyente a discernir entre el bien y el mal. En cambio, la imposición moral actual relativiza ambos conceptos, construyendo alrededor de lo maligno un aura de progreso moral, donde nada es enteramente bueno y, por ende, nada es enteramente malo.

La imposición de pensamiento. La falacia de la educación para la productividad trajo consigo a más de dos generaciones preparadas para la repetición de fórmulas y conceptos pero no para su racionalización. Cada día les cuesta más a los jóvenes construir un pensamiento crítico sobre la realidad económica y social. Las ciencias humanas han sido relegadas de manera solapada a simples rellenos de una educación para la repetición y la ideologización, que solo es apta para el adormecimiento de la razón y del pensamiento. Se prioriza, por ello, una línea de pensamiento estandarizada y progresista que prefiere la repetición al sano uso de la razón.

La imposición del miedo. El miedo es el medio favorito del mal para generar caos y desconcierto. Sin el miedo no podría existir la cesión de derechos individuales en favor del Estado; el individuo, al verse temeroso de su entorno, prefiere entregar su libertad personal en favor de lo social, para que con ello el Estado se convierta en el único dador de bondades sociales y seguridad ciudadana. Nace, así, el concepto de Contrato Social de Hobbes y Rousseau emblema de la fracasada revolución francesa y baluarte del socialismo progresista imperante. El miedo petrifica la conciencia e inmoviliza la razón, de este modo la libertad se diluye entre la coacción social y la coerción estatal.

El acto violento pasivo no acepta contradicciones, simplemente se impone con la complicidad de actores sociales serviles al dinero y al poder. La violencia pasiva está dejando en penumbras a la razón, pero a nadie parece importarle.

Marcelo Miranda Loayza
Teólogo, Filósofo y Bloguero



Entradas populares de este blog

LA OPOSICIÓN POLÍTICA EN BOLIVIA, ENTRE LA BANALIDAD, EL FRACASO Y LA IGNORANCIA

LA ESTÉTICA COMO MANIFESTACIÓN MORAL

EL FRACASO DEL ESTADO PLURINACIONAL Y LA FALACIA DEL EMPATE CATASTRÓFICO