El burro, la estrella, los pastores y el
pesebre son figuras tradicionales de La Navidad; ¿pero entendemos el verdadero
alcance de estas imágenes?, sin ser experto en el tema, tratare de realizar en
las siguientes líneas una pequeña reflexión sobre estas representaciones ya
clásicas del nacimiento de Jesús.
EL BURRO. El asno o el burro es
despreciado por ser testarudo y necio, pero también
es apreciado por útil y fuerte, en el van unidas estas dos realidades
contradictorias, lo que hace que su figura tenga un papel clave en las
tradiciones de Navidad, ¿es que acaso el ser humano no es igual?, necio y
testarudo por un lado y por el otro, útil y fuerte, en los relatos bíblicos el
burro es útil y carga en su lomo al Mesías, con humildad lleva la preciada carga,
Dios nos da una gran lección en el humilde burro y es que muchas veces una
criatura irracional puede estar mas cerca de Dios que un hombre culto y glamoroso, como ven, no es la calidad de burro lo que
hace que este sea digno de llevar al Mesías, sino más bien su actitud, San
Ambrosio con gran sabiduría decía: “aprende del burro a llevar a
Cristo, aprende con diligencia a ofrecerle la espalda de tu espíritu, aprende a
estar bajo Cristo, para que puedas estar sobre el mundo”
LA ESTRELLA DE BELÉN. En sentido
genérico, las estrellas son un símbolo de la armonía cósmica creada por Dios,
ya en el relato bíblico del nacimiento de Jesús, la estrella es la que guía a
los tres magos de oriente hacia su encuentro con el Mesías (Mt. 2,1-12), sobre
esta figura se ha realizado numerosas investigaciones, algunos señalan que la
Estrella de Belén fue en realidad el
famoso cometa Halley, otros que fue una súper nova, o que fue la conjunción de
varios planetas, etc., lo más probable
es que nuca lleguemos a saberlo con certeza, pero lo que realmente debe
importarnos es la función que ésta realizo, la cual fue anunciar desde el cielo
el regocijo de toda la creación por el nacimiento del Dios Niño, también nos
debe llevar a la reflexión que los únicos que se tomaron la molestia de
levantar los ojos hacia el cielo y ver la señal que Dios mismo puso, fueron los
que en ese entonces eren considerados como paganos e infieles, mientras que los
sacerdotes, sabios y poderosos de le época, solo miraban brillar el resplandor
de sus obras y de su oro.
LOS PASTORES. “La noche que María dio a
luz al Niño Jesús, unos pastores que se encontraban por la misma comarca fueron
visitados por el Ángel del Señor, la gloria de Dios los envolvió en su luz, y
sintieron temor y el Ángel les dijo, no teman, pues les traigo una buena noticia” (Lucas 2:8-12), así
relata el evangelio de San Lucas el anuncio por parte del Ángel del Señor a los
pastores, avisándoles que el Salvador había nacido en la ciudad de Belén, esta
buena nueva no se les anuncia a los sabios, ni a los poderosos, son mas bien
unos simples pastores los que son regocijados por la noticia y son ellos los
primeros en llegar a presentar su amor y su veneración al Dios Niño, la
humildad de los pastores sobrepaso el ego de los eruditos, nuevamente nos
encontramos con otra gran lección de Dios, en la balanza del Amor, pesa más la
humildad y la sencillez que el ego y las magnificencias humanas.
EL PESEBRE. El pesebre o lugar de reposo
de los animales, en los tiempos de Jesús, no se encontraba fuera de la casa,
sino mas bien dentro de la misma, en la planta baja de la vivienda, mientras
que en el alto de esta estaban los aposentos, esto se debía principalmente para
mantener el calor dentro la morada y también evitar el robo de los animales; es
en este pesebre, rodeado de bosta, pajas y animales donde fue a nacer Jesús (Lc 2:12), Dios no eligió el gran templo Judío
o los impresionantes palacios de Cesárea de Filipo para que nazca su hijo, más al
contrario, volvió a elegir la humildad y la sencillez, pues es ahí donde Dios
encuentra la grandeza del Amor.
El burro, la estrella, los pastores y el
pesebre, en su encuentro con Jesús Niño, fueron potenciados hasta su máxima
expresión, trascendiendo en el tiempo, desarrollando todas sus capacidades,
siendo los únicos requisitos para esto: la humildad, la sencillez y sobre todo
el Amor. Dejémonos potenciar por el Amor
de Dios, ya que estas cuatro figuras clásicas de la navidad, siguen esperando
atentas para volver a trascender y brillar, ocultas en el nacimiento de tu
corazón, donde Jesús quiere volver a nacer.
Articulo publicado originalmente el 15 de diciembre de 2020 en el matutino El Diario
Marcelo Miranda Loayza