LA CASA ENFERMA (MIS ENCUENTROS CON EL MAL III)

Caía la tarde en la ciudad de La Paz, el clima como siempre hacia de las suyas, es así que entre calor, vientos y nubarrones me dirigía al encuentro de un sacerdote amigo, el cual me había invitado para que lo ayudase a realizar un ritual de exorcismo en una casa, la misma se encontraba ubicada en un barrio popular de nuestra ciudad. Al acercarnos al barrio en cuestión note que varias de las calles se encontraban bastante agrietadas, imagino que esto se debía  a un deslizamiento de proporciones ocurrido algunos años atrás.


La casa era de una sola planta, con un amplio patio frontal, el pasto estaba casi muerto, una especie de carpa hacia las veces de un intento de huerto y de depósito. Al entrar en la casa note casi de inmediato que tanto  paredes como el techo estaban llenos de moho, algunas manchas eran tan grandes que era difícil no percatarse de ello, de igual manera existían rajaduras de proporciones en techos y paredes, el aire era un poco rancio lo que dificultaba una normal respiración, una fuerte sensación nauseabunda se sentía en aquel aire pesado.

La "dueña de casa" de manera muy amable nos invitó a sentarnos en la sala antes de iniciar el rito en si, es ahí donde pude notar que en el techo  estaban escritas algunas letras en medio de una especie de circulo, aquello era signo inequívoco de que antes de acudir a la Iglesia por ayuda había recurrido a yatiris, brujos, etc., lo cual definitivamente había empeorado el "problema" en la casa.

El rito de exorcismo fue bastante fuerte, el AGUA BENDITA rociada en las paredes reaccionaba como si la estuviesen lanzando encima de una plancha caliente, el aire se hacía más espeso lo cual dificultaba aún más la respiración, se bendijo la sala, los cuartos, el baño, el patio delantero hasta que toco el turno de la lavandería, la misma se encontraba en un pequeño patio trasero al fondo de la casa, sin jardines y sin plantas.

En aquella  lavandería el hijo pequeño de la dueña de casa había sido contactado por una especie de "ente" el cual entre juegos y risas le había pedido "permiso"  para que pudiera pasar a jugar con el, según el relato del chiquillo aquel "amigo" moraba bajo la lavandería, luego de otorgarle el "permiso" respectivo  la casa comenzó a tornarse insoportable, ruidos, olores nauseabundos, cosas que se movían o desaparecían se convirtieron en una constante.

Al esparcir el agua y la sal bendita en aquel lugar la reacción del ambiente se hizo mucho más notoria, un fuerte dolor de cabeza, mareos y náuseas fueron los primeros síntomas que sentí en aquel pequeño patio. Debajo de la lavandería había varios ladrillos apilados, a pedido del Padre los removí, encontramos bastante moho, insectos muertos, un fuerte mal olor y una pequeña bolsita de cuero con una llave adentro, esparcimos el agua y la sal bendecida por todo el lugar, el aire poco a poco fue recuperando su densidad normal, el dolor de cabeza y los mareos también desaparecieron, el MAL había cedido. Un par de meses después de estos sucesos le pregunté al Padre qué sabía de la casa, me comentó que la dueña había decidido venderla, pues a pesar del exorcismo la "pesadez" de la casa había regresado y ya  se le hacía insoportable vivir ahí, la casa definitivamente había sido tocada por el mal, por ende  estaba "enferma" y lo mejor era venderla.

La maldad siempre deja huella y muchas veces  es tan profunda que es preferible alejarse de ella. El mal es real y utiliza los medios más desleales y arteros para deslizarse entre nosotros, por ello  una vida de oración y sacramentos es por antonomasia la forma más eficaz de protegerse de sus arremetidas; rezar el Rosario, asistir a la EUCARISTÍA y alejarse de creencias ajenas a la FE VERDADERA recubren al creyente del mal, al final la decisión siempre es personal. Tú decides.

Marce Miranda Loayza

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