EL SOUNDTRACK DE MI VIDA III

La música siempre fue parte importante de mi vida, en mi infancia Michael Jackson acompañaba   mis tardes de cantos y bailes, mi adolescencia fue marcada por el walkman y los cassettes de Los Kjarkas, Silvio Rodríguez, Sui Géneris, Los Beatles, etc., su música transformaban mis tardes de largas caminatas  en un hermoso viaje a través de la música al mundo de los sueños.


Ya en mi juventud llegó a mis manos la película "The Wall", fue como un nuevo despertar, de ahí comencé a escuchar a Pink Floyd, Led Zeppelin, Aerosmith, The Doors, The Bangles, Guns and Roses, Nirvana, Pearl Jam, etc.,
en ese intervalo de casualidad pude escuchar un cassette de un grupo argentino llamado Soda Stereo, la guitarra y voz de Cerati eran increíbles para mí, sus canciones llegaron a ser centrales en mis días.

La guitarra obviamente seguía siendo parte esencial de mi vida, para ese entonces ya dominada la forma acústica y empezaba a estudiar la técnica para la guitarra eléctrica; en la universidad las guitarreadas se daban casi todos los fines de semana,  entre sambas argentinas, Los Prisioneros, Ricardo Montaner y Soda Stereo la guitarra y yo nos convertimos en el centro de la diversión por así decirlo, con la música  formamos una amistad inseparable, tocaba la guitarra para unas 20 personas y eso para mí era como un concierto lleno hasta el tope. Así termine la carrera de derecho entre estudios y guitarreadas, lleno de música,  pero  a pesar de ello sentía que algo me faltaba, no sabía que era exactamente, pero mi corazón se sentía vacío.

Un buen día uno de los pocos amigos que conservaba de mi época de colegio me invitó (con entrada incluída) a un concierto que se iba a realizar en el coliseo de la Universidad Católica Boliviana, el artista era un tal Martín Valverde, según mi amigo este señor Valverde era un guitarrista prolijo, solo que había un pequeño detalle, el evento era un concierto de evangelización, le dije muchas gracias, que me esperase en la puerta de la Universidad y que estaría ahí puntual, obviamente NO FUÍ, esas cosas "ñoñas" no eran para mí, así que me quedé en mi casa mirando la tele y comiendo galletas, acostado en mi cama haciendo el zaping TV correspondiente me encontré con que el canal católico de mi ciudad estaba transmitiendo al vivo el concierto del tal Valverde, repare en ello y pues me gano la curiosidad, lo primero que note era que el artista tocaba una guitarra Ovation Celebrity Deluxe, ello atrapó mi atención, luego comprobé que la técnica al tocar dicho instrumento era de altísimo nivel, no repare mucho en las letras de las canciones pues en ese entonces no me interesaba mucho. Tiempo después me invitaron a vivir un retiro espiritual en la comunidad EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu), fue algo que cambio definitivamente mi vida y mi forma de pensar, curiosamente el retiro estaba lleno de música y entre ellas varias de ese tal Martín Valverde, me prestaron cassettes y CD's, no paraba de escuchar sus canciones, eran mi compañía y mi guía para hablar con DIOS; un par de años más tarde me encontraba ayudando en la promoción de un nuevo concierto de Martín, lo pude conocer y charlar un poco con el, varios años después junto con unos amigos estaba ya organizando un nuevo concierto, conocí a sus músicos y sus vivencias, la música católica de evangelización se convirtió en parte esencial de  mis días.

Han pasado varios años de aquellas experiencias, si bien sigo escuchando a Michael Jackson, Silvio Rodríguez, Los Kjarkas, Charly García, Soda Stereo, a los Counting Crows (mi grupo favorito de habla inglesa) o al enorme Phill Collins,  los cantautores católicos Martín Valverde, Luis Enrique Ascoy, Daniel Poli y Kiki Troia ocupan un lugar preferencial en mi reproductor de música.

Dios en su maña y principalmente en su misericordia no se fijo en mis cualidades, sino en mis miserias, me atrapó con lo que sabía que me gustaba más, la música.

Han pasado 20 años de aquel primer concierto de Martín Valverde y mi vida cambió radicalmente, dejé de ser abogado para convertirme en Teólogo y Educador, dejé de escribir memoriales para dedicarme a escribir reflexiones y pensamientos, dejé de cantar sambas argentinas para componer y cantar canciones de evangelización, en pocas palabras dejé toda mi vida en manos de DIOS.

Ya en pleno siglo 21 siento un poco de pena por las nuevas generaciones a las cuales se les hace esquivo escuchar musica de calidad, pues el reguetón y la disque música electrónica solo basan su contenido en ritmos y bits con una lírica vacía, hedonista y vulgar con todo lo que ello trae consigo.

Una vida sin música es una vida vacía y sin alma, termino de escribir esta pequeña vivencia disfrutando de las increíbles notas que salen del saxo tenor del maestro Kenny G y recordando mis largas tardes de caminata con mi walkman y mis cassettes, teniendo la certeza que aún sin conocerlo DIOS caminaba conmigo. FIN

Marce Miranda Loayza

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