EL VERDADERO JESÚS (primera parte)


Durante esta última semana, dado el inicio de la Semana Santa, en muchos medios de comunicación tanto oral como escrito se hablo mucho sobre la vida de Jesús, dando diversos puntos de vista sobre el tema, y creo en verdad que ninguno de ellos hizo verdadera justicia a la vida de Jesús. Para encontrarnos con el verdadero Jesús es necesario puntualizar algunos temas

Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, es esta afirmación radica un problema de análisis profundo, ya que el ser humano en su razonamiento digiere esta frase al revés, es decir, simplemente llega a afianzar su concepto de Dios en la persona de Jesús y por la misma razón justifica su noción de lo que es el ser humano en la persona de Cristo, si ese análisis fuese cierto entonces Jesús no tendría ningún mensaje novedoso hacia nosotros, solo vendría a justificar nuestras acciones y nuestros pre conceptos, por ende creo que el análisis más apropiado de “ser verdadero Dios y verdadero hombre”, no tiene que partir de estos pre conceptos, ya que Jesús nos mostro una nueva cara de Dios, una desconocida para nosotros hasta ese entonces y por ende también a mostrarnos una nueva visión del ser humano y sus potencialidades, a partir de ese análisis la cosa cambia, por ejemplo el ser imagen y semejanza de Dios ya no conlleva un parecido físico ni mucho menos; somos imagen y semejanza en la medida que tenemos la capacidad infinita de amar y la capacidad infinita de perdonar.

Ahora bien la figura real de Jesús también cambia, al ser “verdadero hombre” no solo conlleva el aspecto físico (dolor, sufrimiento) sino también psicológico (dudas, temores, tentaciones), se dice que EL es igual a todos los hombres excepto en el pecado, ¿pero que es el pecado?, las visiones nósticas escritas en los evangelios apócrifos señalan al pecado como consecuencia de la acción carnal (sexual), noción que fue abrazada por las distintas iglesias, justificando esa situación mediante la filosofía platónica fuertemente influyente en la teología de San Agustín, pero en ninguna parte de los evangelios se señala al pecado como un acto impuro sexual, la teología moderna señala al pecado como una ofensa a Dios, pero ¿acaso se puede realmente ofender a un Dios que es puro amor y perdón? ( (1 Cor. 13, 7), no suena lógico, por ende el pecado como tal se lo podría definir como la negación de Dios, la autosuficiencia de parte del ser humano prescindiendo de lo divino, por ende Jesús no fue igual a nosotros en eso, jamás prescindió del Padre, si lo miramos de esta manera la frase “fue igual a nosotros menos en el pecado” no tiene porque limitar las acciones de Jesús a un mero comportamiento sexual, es que acaso El no amaneció nunca con una erección, o beso a una chica, incluso pudo llegar a enamorarse, esto no le quita nada lo divino, sino más bien lo engrandece.

En cuanto al mensaje de Jesús, la teología tradicional europea ( muy ligada al poder económico capitalista) analiza a este solamente desde el acontecimiento pascual (muerte y resurrección), dejando de lado lo demás, si se lo mira solo desde este punto de vista el mensaje se encierra solamente en la promesa futura de la vida eterna que se alcanza solamente al final de los tiempos, mientras tanto el cristiano solamente se debe a abocar a ganar “puntos” para conseguir este objetivo, muchas veces siendo sumiso, aceptando cualquier situación dolorosa, para hacerse uno con su Señor, pues bien está en una visión incompleta del mensaje, ya que Jesús nuca predico sobre esos temas, el punto central de su mensaje se lo resume en dos frases la primera es ABBA (padre mío, papito), que conlleva una filiación directa con Dios, y la otra es el Reino de Dios, el cual, si seguimos detenidamente los evangelios (y no sueltos como frases sacadas de una galleta de la suerte) encontramos que este Reino se lo debe vivir en el aquí y ahora, este reino se vasa en la justicia, igualdad, solidaridad, inclusión; (Mt. 5:1-12) solo viviendo ese Reino en el aquí y ahora se puede llegar a trascender en una vida eterna, pero no como un premio a la acumulación de puntos, sino más bien como consecuencia. Este mensaje totalmente incomodo y molestoso que daba Cristo fue el que finalmente lo llevo a la Cruz, pues con él llamaba a la construcción de una sociedad justa y equitativa, la cual no era pretendida y mucho menos favorable para los poderosos de la época, (y también para los de la actualidad) por ende el mensaje central de Cristo, no solo consta del acontecimiento pascual, sino mas bien, este acontecimiento es la derivación del mensaje coherente y consecuente de Jesús, como ya dije un mensaje molestoso e incomodo para los poderosos.



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