El
mensaje de Cristo plasmado en los evangelios nunca deja de lado la problemática
de la dignidad humana, no solo en los casos de vulnerabilidad en la que se
encontraba gran parte de la sociedad en la Palestina del siglo uno, sino
también en la importancia de la dignidad
como signo del Reino de Dios.
El
Padre nuestro, la oración cristiana por antonomasia nos presenta a Jesús
enseñándoles a orar a sus discípulos, en una de sus partes señala "danos
hoy nuestro pan de cada día", aquí la oración no hace referencia a algún
tipo de limosna o dádiva de la cual el creyente pudiera llegar a ser
beneficiario, pues el pan se lo gana con
trabajo, sin trabajo no hay pan, la dignidad del trabajo se refleja no en la ostentación
de una mesa gourmet sino en la humildad del pan ganado honradamente.
El
Evangelio de Mateo nos presenta a los discípulos preocupados por unas 4.000
personas las cuales se encontraban siguiendo a Jesús ávidos de su palabra, pero
que por la hora y la distancia al poblado más cercano podrían tener problemas
para alimentarse, ante la inquietud de los discípulos Jesús en vez de dispersar
a los 4.000 les pide a sus discípulos
que les den de comer, pero ellos solo tenían 5 panes y 2 pescados.
El
relato evangélico es bien sabido, Jesús multiplica los panes y pescados dándole
de comer a todos y cada uno de los 4.000, si bien el milagro de Cristo es a todas luces extraordinario,
analizándolo un poco más allá de su espectacularidad encontraremos que para su
realización previamente tuvo que
intervenir el trabajo humano.
Los
5 panes no aparecieron por arte de magia, para su elaboración intervienen
varias manos, desde el arado de la tierra, la cosecha del trigo, la elaboración
del pan y su posterior entrega, lo mismo ocurre con los pescados, estos no
saltan solitos a los barcos, requiere de un trabajo sacrificado y hasta peligroso, los 5 panes y
los 2 pescados fueron fruto del esfuerzo
y del emprendimiento humano, Jesús al
tomarlos en sus manos no solo bendice y
multiplica los panes y peces, también
bendice y multiplica el trabajo honrado.
El
trabajo y el emprendimiento constituyen la forma más eficaz y digna de luchar
contra el hambre y la pobreza, Jesús nos llama a solucionar el hambre de miles,
es ahí donde el trabajo encuentra su razón de ser, dignifica al ser humano ya
que mediante este, la mujer y el hombre encuentran satisfacción a la hora de
ganar su subsistencia, si bien la caridad es un mandato del cristianismo y en
muchos casos es urgente y necesario, siempre será momentáneo, mientras que el
trabajo genera ingresos constantes, no desaparece y si va de la mano de la
honradez y del esfuerzo, se multiplica.
La
limosna y la caridad siempre desaparecen con el tiempo, la ayuda paternalista
siempre es coyuntural, busca publicidad y reconocimiento momentáneo, por otro
lado arar la tierra, sembrar y cosechar, amasar y hornear, transformar y crear
hace que los 5 panes y los 2 pescados no
queden efímeros en el tiempo, sino que trasciendan.
Los
5 panes y 2 pescados son fruto del trabajo, Jesús los bendice y los multiplica,
ve en el trabajo el medio más eficaz para
luchar contra la miseria y el hambre. La pobreza va
cediendo terreno siempre y cuando exista un adecuado estado de derecho y
seguridad jurídica que proteja al emprendedor, pero incluso ante la ausencia de
ambos (que no es lo ideal) el ser humano ve oportunidades para progresar, los 5
panes y 2 pescados se siguen multiplicando en los lugares más pobres de nuestro
planeta, ya que emprender, generar empleo para terceros, soñar, crear y ambicionar sin codiciar son la base para
multiplicar nuestros 5 panes y 2 pescados, "denles ustedes de
comer" sigue siendo un mandato
divino, pero no como caridad superficial, sino como una obligación de generar
leyes y normas justas, donde el Estado de Derecho resguarde y trate a todos por igual, donde emprender y generar
empleo sea no solo sinónimo de progreso, sino también del Reino de Dios.
Artículo originalmente publicado el 17 de febrero de 2021 en el matutino El Diario
Marcelo
Miranda Loayza