Para Immanuel Kant “la libertad es una característica
moral del ser humano, ligada a su racionalidad”, es decir que para que una
persona ejerza de manera plena su libertad esta debe estar ligada
indefectiblemente al uso pleno de la razón, la libertad es toda elección moral
que es capaz de imponerse incluso por encima de las propias afecciones,
inclinaciones o deseos, siguiendo esa premisa surge la inevitable pregunta de
cara a las elecciones generales en el país ¿hasta qué punto ejerzo en plena
libertad mi derecho al voto?, la respuesta en si resulta complicada, pues
muchos electores si bien ejercerán este derecho no lo harán en plena libertad,
ya que su intención de voto estará supeditada a intereses personales y/o
partidarios, los cuales en la mayoría de los casos no se encuentran cimentados
bajo la premisa de un bien superior, no es novedad que funcionarios públicos deban
emitir su voto en favor del candidato oficialista de turno para así mantener sus
puestos de trabajo y por ende poder llevar el pan a la mesa en sus respectivos
hogares, pareciera a primera vista que esta “elección” personal no conlleva
nada malo, pues implícitamente se está tratando de velar por el bienestar
familiar y/o personal, ¿acaso es esto malo?, para Kant el uso de la libertad se
convierte en ético solo cuando se de en forma libre, sin que medie influencia
alguna a la hora de elegir, en este caso puntual, el voto consigna o el voto
obligado no constituyen un hecho ético en sí mismo, pues se encuentra
condicionado por intereses propios los cuales anulan la autonomía de la libre
elección. El mismo razonamiento puede ser aplicado en los militantes de x o z
partido político que ven en el “derecho al voto” una forma permisible de
conseguir algún puesto de trabajo en la administración pública, en ambos casos
el voto se convierte en “utilitarista” es decir que solo es útil en tanto y en
cuanto sirva para fines propios o del partido político en el que se milita.
¿Es acaso la democracia en Bolivia utilitarista?, la
pregunta emerge nuevamente del derecho al voto, si un elector siente que su
voto puede servir para la construcción de un mejor país, pues se ve a sí mismo
como útil, ya que su decisión puede coadyuvar a este propósito, el problema
surge a la hora de elegir, pues el elector en pleno uso de su racionalidad tendría
que librarse de agentes externos que inclinen su preferencia hacia tal o cual
candidato, lo cual lastimosamente no sucede en nuestro sistema democrático
donde la libre elección no encuentra fuentes confiables de propuestas
racionales, los debates simplemente no existen, los spots son en su mayoría
mentirosos y los discursos políticos vacíos y cargados de una especie de
“escatología del desastre”, por ende la libre elección queda amañada hacia un
utilitarismo mentiroso de la democracia, para Kant este hecho es carente de
moralidad y ajeno a la ética.
¿Entonces a quien debemos elegir? Nos encontramos ante
una situación de discernimiento ético/moral bastante complicado, pues nuestra
democracia utilitarista nos ha dado a elegir entre una mentira y una verdad
engañosa, nos encontramos en la disyuntiva Kantiana de optar por el camino más
cercano a la ética y la moral al momento de elegir el voto. La política
boliviana desde sus inicios se ha caracterizado por hacer de la mentira el
camino más útil para gobernar, los últimos 13 años no han sido la excepción,
incluso llegando a mentir sobre la propia mentira, pese a ello la percepción
por parte de la población boliviana es la de que vivimos en una especie de isla,
la cual se encuentra ajena a las profundas crisis de nuestros vecinos, es como
si se encontraran encadenados a una especie de “caverna platónica” la cual
describía el filoso griego del siglo IV
a.C., por otro lado tenemos a la verdad engañosa de que los caminos del país
tomarían un rumbo distinto si se optase por el candidato de oposición con mayor
posibilidad, verdad engañosa porque simplemente no existe ninguna propuesta de
este candidato de tomar un camino distinto al actual, es decir, seguir con una
visión socialista, más refinada, pero socialista al fin y al cabo.
Siguiendo los preceptos Kantianos debemos ejercer nuestro
derecho al voto en pleno uso de nuestra libertad, incluso haciéndolo por encima
de nuestros propios intereses, racionalizando nuestra decisión y evaluando las
consecuencias que emerjan de ello, nos encontramos a puertas de una de las
elecciones más difíciles y trascendentales de la historia de nuestra
democracia, lástima que no haya de donde elegir.
Marcelo Miranda Loayza


