¿CONTRATO SOCIAL O CESIÓN DE DERECHOS?

Hobbes, en una visión negativa y pesimista del ser humano escribía en su obra célebre  «El Leviatán»: "el hombre es el lobo del hombre", el cual preso de sus miserias era capaz de realizar las más tremendas atrocidades, pero que pese a ello el ser humano tenía todavía una esperanza, el contrato social, es decir, dar al Estado un poder absoluto y centralizado, el cual lleve a la sociedad a vivir de manera ordenada y por así decirlo, civilizada. Los regímenes totalitarios y centralizados ven en la concepción de Estado de Hobbes el camino a seguir,  ser ese "ente" regulador y paternalista que en su magnificencia vele por sus ciudadanos, los cuales, por si mismos no podrían valerse  de manera pacífica y civilizada.


El estado termina delimitando y condicionando la libertad a un tipo de comportamiento específico, es de esta manera que los estados centralizados alcanzan tópicos de absolutistas, se controla todo para supuestamente alcanzar un bien común, delimitando así a la libertad individual.

El llamado pacto social encuentra en la democracia representativa la base jurídica para la cesión de derechos individuales en favor del Estado, es mediante el voto que las sociedades eligen sus  representantes. El sistema democrático representativo a generado, gracias a los movimientos populistas, una especie de totalitarismo caudillista, el voto "masivo" e irreflexivo  construye el cimiento perfecto para un régimen legítimo pero a la vez totalitario, donde el famoso contrato social de Hobbes termina reduciendo en gran medida  la libertad individual, la "masa votante", ideologizada y manipulada se ve reflejada a la perfección en el llamado "voto duro",   donde la consigna vale más que el uso de la razón y el derecho al voto se convierte en una simple slogan, la democracia por ende comienza a ceder espacios de libertad   en aras del "Bien Común", como resultado se  van suprimiendo derechos personales y libertades civiles, como el beneficio de la propiedad privada, la libre elección en la educación de los hijos, la libre contratación, el libre mercado, etc., la democracia se vuelve servil al caudillismo y al totalitarismo.

La libertad  para los regímenes totalitarios no resulta compatible con  un estado  controlador, el contrato social amolda la libertad a una visión estatal comunitaria, cegada por las promesas (siempre incumplidas) de todo para todos. El contrato social siempre será un espejismo de equidad y justicia, ya que ambas situaciones requieren como "conditio sine quanon" la libertad individual. La imposición del bien común termina por  expresarse en una obligatoriedad de comportamiento, que al final desemboca en violencia, desigualdad y pobreza, es decir, que el mal al que supuestamente se tenía que derrocar termina imponiéndose gracias a la "buena voluntad" del Estado regente y controlador, al cual no le queda más que utilizar toda su fuerza coercitiva y coactiva para amoldar al ciudadano a un tipo de comportamiento homogéneo.

La libertad individual debe estar por encima de un "contrato social" que por siglos a demostrado una y otra vez su ineficacia para construir sociedades justas y equilibradas, de lo contrario "El Leviatán" seguirá devorando pueblos enteros bajo el espejismo del "bien común".

Marcelo Miranda Loayza

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