EL ESPEJISMO SOCIALISTA

Si bien el socialismo sigue seduciendo a miles de personas alrededor del mundo con promesas de igualdad, progreso y solidaridad es necesario ver con ojos críticos los resultados económicos y sociales que trajo consigo la incorporación de dicho modelo en distintos países alrededor del mundo.

El problema del socialismo en general radica en ver a la sociedad como el lugar escatológico de salvación por antonomasia, es decir que la igualdad, equidad, solidaridad, etc., solo pueden ser alcanzados mediante una repartición equitativa de recursos bajo la tutela del Estado, en este contexto las libertades básicas del ser humano ceden terreno ante un "bien común" mal entendido, el progreso individual es mal visto ya que para el modelo socialista la individualidad es sinónimo de opresión y en el sentido estricto de salvación que pregona el socialismo vendría a ser reflejo de pecado.

Cuando  el libre mercado es sustituido por imposiciones de un órgano rector cuyas reglas deben cumplirse por todos sin dejar espacio hacía la iniciativa individual se deja sin posibilidad de progresar a la persona, la sociedad se estanca en una dependencia casi adictiva a las dádivas del Estado rector, las cuales históricamente han demostrado que tienden a desaparecer generando con ello inestabilidad, inflación y pobreza.

Los regímenes socialistas nos presentan un espejismo de prosperidad, una pobre falacia de "salvación" humana basada en la inútil creencia de que el ser humano por si sólo puede llegar a alcanzar un bienestar eterno, olvidándose de DIOS para convertirse ellos mismos en dioses fallidos. El socialismo se olvida de la condición humana la cual fácilmente puede llegar a inclinarse hacia el pecado, más aún cuando este deja de lado DIOS como sinónimo de FE, ética, moral y libertad.

El populismo en América Latina viene intentando mostrar una cara renovada del socialismo, pero lastimosamente viene repitiendo los viejos errores del  modelo con el plus de querer hacer ver a sus líderes como los mesías salvadores de toda la desgracia humana, para el socialismo del siglo XXI el absolutismo característico de este modelo fallido tiene carácter divino.

Las políticas socioseconómicas del modelo socialista han ido fracasado a través de los siglos, lo curioso de ello es que sus defensores jamás han aceptado las grandes falencias de este sistema, el fracaso nunca se debe al modelo, sino a los agentes externos que luchan sin cansancio contra el socialismo inmaculado y a los malos agentes que no lograron representar a cabalidad las bondades socialistas.

El socialismo es un espejismo, una simple ilusión pasajera que siempre termina en un mal sueño del cual es mejor DESPERTAR.

Marce Miranda Loayza

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