SENTIR RENCOR TE ROBA LA VIDA

No son pocas las veces en que la vida nos pone en la encrucijada entre perdonar y vivir o seguir sintiendo rencor y morir, perdonar nunca resulta fácil, el dolor y la frustración que siente un corazón roto no sanan de la noche a la mañana, la agonía que lleva consigo una herida en el alma no se cura con una aspirina, duele porque importa y porque importa duele.

En todo caso, el primer paso para curar el alma es dejar pasar el rencor, es decir, que no se apodere de nuestro corazón, el odio o el resentimiento siempre van a generar un sentimiento de desconfianza, lo cuál llega a encerrar al amor y al perdón en una especie de caja fuerte, la soledad se apodera de la vida, ahogándola en un mar profundo de tristezas dónde el rencor busca su revancha.

Es imposible llegar a pensar la vida sin caídas y decepciones, son parte esencial de la vida sin las cuales el madurar no sería posible, salvar estas pruebas es como templar el acero, el cual sólo alcanza su dureza al calor del fuego.

Las pruebas constituyen justamente ese fuego que nos purifica y nos templa, renegar de ello sería estancarse en un rencor inservible que nos impide crecer y a su vez amar, hay que dejar pasar el rencor como agua turbia hacia la alcantarilla, pues beber de esa agua sólo enfermería el corazón y el alma.

El rencor es fruto del dolor, no se puede evitar, pero no por ello debemos dejar que gobierne nuestras vidas, hay que dejar pasar el rencor y que con el se vayan los desechos del dolor, para ello es bueno regar nuestro corazón con amor que es fruto de la FE, si DIOS habita en nuestros corazones el daño que produce el paso del rencor sólo será pasajero, ya que DIOS hecha fuera el miedo y al rencor.

Perdonar es parte de crecer y amar es parte inherente de ser persona, por ende el rencor nos deshumaniza y nos aleja de la voluntad de DIOS, el rencor estanca la vida mientras que el perdón la embellece y la llena de alegría, JESÚS debe y tiene que ser nuestro modelo de perdón, que a pesar de pasar duros momentos de prueba jamás se rindió ante la tentación del rencor, fue amor que dio vida, agua cristiana para lavar nuestras miserias.

No es fácil vivir ajenos al rencor, pero cuándo la FE ilumina nuestra vida la oscuridad que emana del odio es destruida por el AMOR DIVINO, sanando el corazón y tranquilizando el alma.

Caminar bajo el manto divino de CRISTO requiere mucho más coraje que el resentimiento inútil que nace del rencor, tú decides.

Marce Miranda Loayza


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