
La vida es parte de la muerte así como la muerte es parte de la vida, conviven de tal manera que nos hacen recordar a diario lo frágiles que somos y a la vez lo fuertes que podemos llegar a ser, en este sentido la muerte pasa a ser nuestra hermana querida que al finalizar nuestros días vendrá a darnos un abrazo fraterno para luego llevarnos al creador.
Una vez que la hermana muerte se hace presente para abrazar a un ser querido se vive un tiempo de duelo, que a pesar del dolor y la impotencia no tiene que ser llevado con angustia o desesperación, por el contrario debe ser visto con ojos de esperanza, esperanza en la resurrección, la misma que da al doliente la fuerza necesaria para seguir viviendo, teniendo consigo la certeza que la hermana muerte no tiene la última palabra, ya que esa solo la tiene DIOS.
El tiempo de duelo también es un tiempo de prueba, la vida y DIOS no llevan al desierto para ser tentados por la desesperación y la amargura, pero es justamente en ese desierto donde podemos encontrarnos cara a cara con DIOS el se hace participe de nuestro dolor y nosotros encontramos consuelo en la oración, de esta manera nos hacemos uno tanto con el CRISTO crucificado como con el JESÚS resucitado.
El duelo con Fe se hace más llevadero, lastimosamente existen otros factores que pueden llegar a ser molestos e indeseados, los cuales influyen para que el duelo se convierta en un recuerdo doloroso y triste, a que me refiero, nuestra cultura latina nos impone ciertas costumbres que no ayudan en nada a la hora de la perdida de un ser querido.
La primera costumbre o tradición fastidiosa es la de tener que vestirse de negro, disque para expresar con ello el dolor por la pérdida referida, esto trae consigo que el velorio no sea un acompañamiento a la familia doliente y se convierta en una especie de conjunción de sombras negras merodeando y murmurando si parar, luego de los "pésames" de rigor tenemos a los infaltables curiosos inoportunos a los cuales se les ocurre la grandiosa idea de preguntar sin anestesia "¿que fue lo que paso?", "¿si estaba bien?", estas inquietudes obviamente no son fruto de un cariño hacia la familia doliente, simplemente es la forma más directa de saciar su mórbida curiosidad.
La muerte es nuestra hermana a la cual algún día tendremos que abrazar, el duelo si se lo vive con Fe se convierte en esperanza y los inoportunos se quedan en eso, en simples inoportunos a los cuales es mejor olvidar.
Marce Miranda Loayza