LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD Y LA LAUDATO SI


En su búsqueda de la felicidad el ser humano ha ido encontrando diversos caminos que satisfagan sus expectativas y anhelos, muchos de estos caminos han sido pensados desde el punto de vista político y económico,  convirtiendo así a la felicidad en un asunto meramente ideológico – material, no es coincidencia que las grandes ideologías del siglo 19 y 20 hayan generado una especie de competencia ideológica que en lugar de satisfacer necesidades y construir oportunidades solo termino polarizando al mundo.

Tanto el liberalismo como el comunismo  no lograron llegar a generar espacios de entendimiento y de desarrollo sostenible, no por culpa de estas ideologías que no son, ni mucho menos, malas en si mismas, pero al ser utilizadas como instrumentos de explotación, solo llegaron a ahondar la brecha entre ricos y pobres, construyendo así una sociedad injusta, dañina y autodestructiva, es en este sentido no solo el ser humano termino siendo damnificado por el egoísmo y la  mezquindad de unos cuantos, también nuestro planeta termino sufriendo los embates de estos dos sistemas ideológico – políticos, que veían y todavía ven a la creación como un simple instrumento el cual debe ser explotado y sometido sin el menor cuidado, ya que su existencia se debe única y exclusivamente a la satisfacción de las necesidades del ser humano, lo curioso es que en el búsqueda de satisfacer estas necesidades las brechas entre ricos y pobres no disminuyeron en lo más mínimo, es más se acrecentaron, haciendo tambalear no solo a la humanidad, sino también a toda la creación.

La crisis medioambiental requiere acciones prontas, es necesario cambiar de paradigmas, de ideologías y construir nuevos liderazgos como lo señala Francisco en su Encíclica Laudato Si, pues bien, la humanidad entera se encuentra en la disyuntiva de encontrar caminos alternos hacia la felicidad, respetando la “casa común” como lo menciona  Francisco o continuar con el ritmo de vida depredador el cual nos esta llevando a nuestra propia destrucción, pero como señala el Papa en su Encíclica, todavía hay esperanza, pero para caminar en esta senda de esperanza es necesario,  es imprescindible que el ser humano deje de creerse dominador y explotador de la tierra, tenemos que dejar de ver a esta como un instrumento o medio de consumo para comenzar a mirarla como nuestra Madre, la cual nos regala sus frutos como una expresión del amor de DIOS hacia el ser humano. En este sentido nuestra búsqueda de la felicidad no recaería en meras satisfacciones personales o individualistas, la verdadera felicidad solo podría ser encontrada en la búsqueda del Bien Común, la felicidad nacería del servicio, de la caridad y de la entrega al prójimo.

Tenemos que dejar de lado ese comportamiento casi suicida que denuncia Francisco en la Laudato Si, en pocas palabras tenemos que empezar a transformar nuestra sociedad altamente egoísta, comenzando por acciones pequeñas pero de alta valía, para terminar en políticas serias de protección medioambiental y por ende económico-social, solo de esta manera nuestra casa común dejaría de ser un “inmenso deposito de inmundicia”, y nosotros dejaríamos de ser los depredadores de nuestra propia existencia, como bien lo señala Francisco en su encíclica “hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos”. De otro modo nuestra búsqueda de la felicidad seria extremadamente banal, individualista y vacía.

El bien común en la búsqueda de la felicidad es primordial, ya que solo encontrándonos con el prójimo y sus necesidades vamos a poder encontrar verdadero sentido a nuestras vidas, solo así podremos experimentar en amor de Cristo en nuestras corazones y solo así podríamos decir llenos de Fe y esperanza, “Alabado seas mi señor con todas tus criaturas, gracias por el hermano sol que da la luz en cada amanecer,…”





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