Y JUDAS SE AHORCÓ



Y arrojando las monedas de plata en el santuario, Judas se marchó; y fue y se ahorcó. Mt 27;5


Judas Iscariote es la figura de la traición por antonomasia, los Evangelios Canónicos señalan que guío a los guardias del sanedrín hasta donde se encontraba Jesús y con un beso en la mejilla entregarlo, luego se arrepintió y finalmente se ahorcó.


La historia y la tradición cristiana han tejido varias hipótesis sobre la persona de Judas y su papel en la crucifixión de Jesús, los evangelistas Marcos y Mateo escriben que Judas Iscariote entrego a Cristo por 30 monedas de plata mientras que Lucas señala que satanás entro en el y concertó con los sumos sacerdotes el modo para entregar a Jesús a cambio de una determinada suma de dinero.

Los Evangelios no relatan como fue el reclutamiento de Judas Iscariote por parte de Jesús, tampoco existe mucha información sobre su actividad previa al encuentro con Cristo, los evangelios señalan de manera escueta que este personaje en cuestión se hacia cargo de las “finanzas” dentro de los 12 discípulos, ya fuera de los cuatro Evangelios existen varios escritos entre ellos el evangelio apócrifo de Judas que data del siglo II D.C.  el cual lo presenta como un fiel seguidor de Cristo, el mismo que le confió la penosa tarea de traicionarlo para así viabilizar el plan de salvación trazado por DIOS, esta misma línea sigue la Novela de Nikos Kazantzakis “La Ultima Tentación de Cristo”, la hipótesis de un Judas “amigo” el cual simplemente cumplió los deseos de su maestro de traicionarlo cobra valía simplemente para el imaginario popular el cual prefiere leer estas aseveraciones a darse un tiempito para darle un vistazo a los Evangelios.

La clave para encontrar la percepción de Jesús sobre Judas y la visión que tenía este sobre aquel que llamaba maestro la encontramos en los Evangelios, luego de la multiplicación de los panes y peces muchos de sus seguidores querían proclamarlo Rey al instante a lo que Jesús se negó de manera rotunda, muchos de los que lo seguían hasta ese entonces se sintieron desanimados por la respuesta de este y decidieron alejarse, a lo que Jesús pregunto a sus discípulos si ellos también querían irse a lo que Pedro contesto “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios". A lo que Jesús responde el espíritu es el que da la vida, la carne de nada sirve: las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida. Sin embargo, hay algunos de vosotros que no creen” (Jn. 6, 60-69)

Queda claro que a pesar de la profesión de FE de Pedro, Jesús sentía que entre sus amigos había algunos que no creían en EL del todo, esta situación debió darse a raiz de la espera ansiosa de un pueblo oprimido que anhelaba la llegada de su  ansiado MESIAS, para la religiosidad judía de la época la figura de un mesías estaba ligada intrínsecamente a la imagen de un libertador poderoso que con fuerza y poder liberaría de un plumazo a su pueblo de la opresión Romana y de los abusos de la clase sacerdotal, en ese sentido esperaban un revolucionario que alzara a las masas hacia su liberación final, Judas no fue ajeno a esos sentimientos cuasi nacionalistas ligados a la profecía del Mesías, al ver que Jesús tomaba una actitud diferente a la que el esperaba del ungido de Dios simplemente dudo y por ende dejo de creer, de lo contrario no podría explicarse la decisión que este tomo  de quitarse la vida, ya que si hubiese creído simplemente habría confiado su culpa al perdón de DIOS.

La duda claramente es  una de las armas favoritas del mal, del "maloso" para tentarnos y hacernos caer en desgracia o pecado, pues cuando uno comienza a dudar también empieza a dejar de creer y se hace vulnerable a las distintas tentaciones que nos ofrece nuestra sociedad, en este sentido nadie puede sentirse libre de caer en las mismas actitudes de Judas, podemos seguir a CRISTO, acompañarlo en su entrada triunfal a Jerusalén, inclusive cenar junto a EL, para luego traicionarlo y venderlo, como vemos, seguir a CRISTO no es garantía de que esto suceda en realidad, la coherencia entre lo que se dice creer y lo que se termina haciendo en vida propia es fundamental para convertirnos en verdaderos discípulos y seguidores de Jesús, de lo contrario nos convertimos en un Judas más. es decir, que al final tendremos que elegir entre la certeza de la resurrección de JESÚS, que trae consigo esperanza y consuelo,  o la desesperanza del pecado que llevo al suicidio a Judas.



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