TODO NO SE COMPRA, TODO NO SE VENDE


El 12 de enero de 2010, a las 4:43 p.m., en la capital de Haití, Puerto Príncipe, se registro un sismo de 7.0 grados, en la escala de Richter, el mismo que hasta la fecha a dejado como saldo 250.000 personas fallecidas, tras la noticia de la catástrofe, la ayuda humanitaria no se dejo esperar, el mundo entero se solidarizo con el país mas pobre de América, llegando a recaudarse varios cientos de millones de dólares para la reconstrucción del devastado Haití.

En Puerto Príncipe, como en la totalidad de Haití, no existen los servicios básicos necesarios, (agua potable, alcantarillados, electricidad, servicios sanitarios, etc.), pero esta realidad, no es solo a causa del devastador terremoto del 12 de enero, es mas bien una realidad que se remonta desde varias décadas atrás, existiendo varias razones para ello, la inestabilidad social, la intromisión constante por parte de otras naciones en las políticas internas, la casi inexistencia de un estado real, etc.

Debido a los puntos señalados, y al descontento generalizado de la población haitiana, en varios puntos del país, incluyendo la capital Puerto Príncipe, existen varios focos de resistencia, dando como consecuencia la creación de pequeños liderazgos en barrios, y regiones de Haití, en los cuales el estado no tiene ni la mas mínima presencia en ellos, es mas no se le reconoce su legitimidad.

La inestabilidad político, social y económico, sumado al paternalismo extranjero, hicieron que el país carezca de solvencia propia, por ende, este sobrevive gracias a la caridad de organismos internacionales, que al solventar económicamente a Haití, toman atribuciones que no les compete, un ejemplo de ello es el secuestro del ex presidente Jean-Bertrand Aristide, el cual fue raptado por el ejercito norteamericano el 29 de febrero de 2004.

Dada la situación caótica que se vive en Haití y que data mucho antes del terremoto, la ayuda humanitaria y las donaciones de cientos de millones de dólares, muy difícilmente van a poder llegar a buen destino, ya que al no existir los mecanismos necesarios para su adecuada distribución, lo mas probable es que el dinero donado, sea repartido entre los pequeños grupos que ostentan el poder en Haití y se olviden de los mas necesitados, no hay porque pensar lo contrario, ya que las donativos que llegaron al país durante décadas, nunca fueron invertidos en el desarrollo haitiano.

Luego del sismo, la capital Puerto Príncipe, se convirtió en una especia de alfombra roja para un sin numero de artistas y organismos de ayuda social, que ayudados por la parafernalia mediática, elevaron sus bonos, mediante la publicidad, que sin duda da el sacarse unas fotos con los empobrecidos haitianos, para luego ser expuestas por todos los medios de comunicación habidos y por haber.

Todos los cientos de millones de dólares por conceptos de donativos que llegaron a Haití, antes del terremoto, no pudieron realizar hasta ahora, que este país salga de la pobreza extrema en la que vive, tampoco pudieron lograr una mediana estabilidad política, ni mucho menos la conformación de un verdadero estado que se preocupe por sus conciudadanos, en realidad lo único que consiguió el paternalismo al que fue sometido Haití, es la excesiva dependencia hacia intereses extranjeros, y la ineficacia del estado en si.




Lo que realmente necesita Haití como país, son adecuadas políticas de desarrollo económico – social, con el fortalecimiento de sus instituciones administrativas y judiciales, una mayor participación del pueblo haitiano en la toma de decisiones en todo nivel, para convertirse poco a poco en un estado auto sustentable, toda la ayuda que se de a Haití debe ser dada en ese sentido, tanto la ONU, como la UNASUR, deben dejar de lado el paternalismo con el que se trata a este país, para dejarlo crecer, dejándole tomar sus propias decisiones políticas y económicas.

Todo no se compra, todo no se vende, hay cosas que el dinero no puede lograr, la dignidad, el amor, la fe, la esperanza, la voluntad y Dios, no se miden con la cantidad de dinero que se ofrezca por ellos, sino mas bien por la fuerza del corazón humano.

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